martes, 29 de septiembre de 2009

Otro 'impasse' en el viaje


Miro un árbol.


Tú miras lejos cualquier cosa.

Pero yo sé que si no mirara este árbol

tú lo mirarías por mí

y tú sabes que si no miraras lo que miras

yo lo miraría por ti.





Ya no nos basta

mirar cada uno con el otro.

Hemos logrado

que si uno de los dos falta,

el otro mire

lo que uno tendría que mirar.



Sólo necesitamos ahora

fundar una mirada que mire por los dos

lo que ambos deberíamos mirar

cuando no estemos ya en ninguna parte.


Roberto Juarroz (1925-1995)


Acerca de la imagen:
Es  "la Casa Mínima" (o más angosta) que se encuentra en el Pasaje San Lorenzo 380, en el barrio de San Telmo. Lleva escrita en sus paredes una peculiar historia de negros esclavos y sus vivencias en el Río de la Plata.

*Según la leyenda popular, esta vivienda perteneció a un esclavo a quien le fueron devueltos sus derechos con la abolición de la esclavitud, pero al ser solamente un «liberto» le correspondió una parcela pequeña.
*El arquitecto José María Peña, director del Museo de la Ciudad, tiene una versión diferente. Dice que entre los años 1860 y 1872, Pedro Beare, levantó un Plano Catastro de la Ciudad, el cual no sólo ilustra sobre el nombre de los propietarios de los distintos terrenos, sino que también muestra la dimensión de los solares y las construcciones levantadas en ellos. En la parte correspondiente a la cortada de San Lorenzo, aparece la señora Magdalena Buthner, como propietaria de la parcela señalada en el plano con el nº 111, con una extensión de 16 metros de frente por 17 de fondo. Es en este terreno donde actualmente se halla la Casa Mínima. A partir de estos datos, Peña tiende a pensar que el problema del esclavo «liberto» se resolvió con la concesión por parte de los propietarios de una parcela reducida de sus terrenos a su antiguo sirviente. Según esta interpretación, la Casa Mínima nunca habría sido independiente, sino sería parte de una propiedad mayor.

*Según la revista Buenos Aires nos cuenta, «en general estas casas de reducidas proporciones eran para los esclavos "libertos" a quienes sus antiguos dueños les asignaban, dentro de su propiedad, un espacio reducido para que levantaran sus viviendas de hombres libres». Pero, cuando los «libertos» fallecían, la propiedad volvía a sus dueños originales

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