Yo adoro una mujer de aire.
La sentíamos bastante como el aire,
brillante o secreta esencia, ah, de lo que nos tocaba;
alma del tiempo, sí, más allá de las formas,
sin forma siempre como el aire?
La sentíamos bastante como el aire,
brillante o secreta esencia, ah, de lo que nos tocaba;
alma del tiempo, sí, más allá de las formas,
sin forma siempre como el aire?
Cuando la mujer de aire se va,
no, no me digáis que las flores son flores y que la luz es luz,
que la colina sube hacia las nubes y que la tarde baja hasta las aguas
y que el anochecer viene de espejos por las lejanas islas, por las islas...
Ni menos me digáis, oh, no me digáis, que la luna de julio se ha entibiado entre las ramas...
no, no me digáis que las flores son flores y que la luz es luz,
que la colina sube hacia las nubes y que la tarde baja hasta las aguas
y que el anochecer viene de espejos por las lejanas islas, por las islas...
Ni menos me digáis, oh, no me digáis, que la luna de julio se ha entibiado entre las ramas...
No, no me digáis nada, que cuando la mujer de aire se va
el aire, el aire?, es una asfixia oscura,
y hay manos, muchas manos, tendidas hacia
nosotros desde otras sombras como raíces invertidas...
el aire, el aire?, es una asfixia oscura,
y hay manos, muchas manos, tendidas hacia
nosotros desde otras sombras como raíces invertidas...
Pero verdad que la mujer de aire siempre vuelve?
—Siempre regresa, sí, pero no basta adorarla porque ella es la libertad.
—Siempre regresa, sí, pero no basta adorarla porque ella es la libertad.
Juan Laurentino Ortiz (Entre Ríos, Argentina, 1896-1978)
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