De cualquier modo, se me ocurre que velar la pròxima muerte de otro no es sencillo. Todo lo contrario. Que resulta una tarea bien ardua. Agotadora. Y no porque se trate de un ser querido, de mi padre en este caso. No es por eso. O al menos no es sòlo por eso. Es ardua porque nos remite a nuestra propia muerte o a lo efìmero de cualquier futuro. Es agotadora porque irremediablemente termina mezclando las coordenadas del tiempo con las del espacio y nos sumerge en la humildad màs completa: en lo meramente animal que se esconde detràs de lo humano. Detràs de lo que pomposamente acostumbramos a definir como humano.
Por eso estoy escribiendo.
(...)Escribo porque el hombre es el ùnico animal que escribe y porque, ademàs, nunca pude comprender còmo es que hacen los hombres que no escriben para velar su propia conciencia de la muerte".
Fragmento de la novela "Papà",
del escritor argentino
Federico Jeanmaire
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