-¿Quieres vivir?
Alguien me preguntaba si deseaba vivir.
Era, entonces, que mi sangre no se fue toda. Era, también, que había llegado el indio.
Podía, pues, no morir. No morir aún.
Me desgarró la ropa.
Después sentí la prisión del torniquete en los brazos y supe que mis manos sin dedos ya no manarían sangre.
Tal vez dormité, tal vez no.
Volvía de la nada.
Quise reconstruir el mundo.
Despegué los párpados tan pausadamente como si eleborara el alba.
Él me contemplaba.
No era indio. Era el niño rubio. Sucio, estragadas las ropas, todavía no mayor de doce años.
Comprendí que era yo, el de antes, que no había nacido de nuevo, cuando pude hablar con mi propia voz, recuperada, y le dije a través de una sonrisa de padre:
-No has crecido.
A su vez, con irreductible tristeza, él me dijo:
-Tú tampoco"
Fragmento final de la novela "Zama"
de Antonio Di Benedetto.
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La liebre dorada Informa:
Nuevo Taller de Lectura
Inicia en abril
Día, horario y Lugar: a confirmar.
Costo mensual: $140 (incluye material teórico)
Temario
*Teoría sobre el cuento: J. Cortázar, R. Piglia, A. Castillo, L. Valenzuela.
*Concepto y modos de ficción. J. J. Saer Concepto y modos de representación.
*Horizonte de recepción y de expectativa
*El narrador y su punto de vista
*Construcción de personaje
*El tiempo y el espacio
*Análisis de estilo: tonos y lenguaje
*El proceso de lectura y el proceso de escritura.
*Lecturas complementarias: se entregará material teórico por cada temática abordada.
Lecturas durante el Taller:
* Lenta biografía (Novela) de Sergio Chejfec (Argentina):
“¿Qué sucede cuando quién relata tiene que componer un universo que se esfuma en los rostros y gestos borrados de sus ancestros judíos? ¿Cómo es posible computar, más allá del registro sentimental, una experiencia que parece inescribible y fuera de lugar? ¿Cómo conjeturar y recomponer las piezas de una memoria –la del narrador y la paterna- fracturada para siempre?
Fijarse una identidad e inscribirse en la genealogía paterna es también expropiar el origen, traicionar el nombre del padre para fijar el territorio propio del narrador. Donar al padre una versión de su vida, si se quiere, es un acto de fidelidad; pero también, es hacerlo perder el rostro en la diáspora de las palabras ajenas”. En Siete Notas sobre la poética de Sergio Chejfec
* Papá (Novela) de Federico Jeanmaire (Argentina). Entre el relato de la memoria y la construcción de la identidad literaria.
“Siempre he preferido la belleza a la verdad. La verdad se me antoja un imposible. No le creo. Nunca le he creído del todo a ninguna verdad. No sé. Ni siquiera he podido creer completamente en las verdades más mías. En las íntimas, en las propias. Por suerte, para mí, la literatura no se hace con verdades. Como cualquier otro arte, la literatura es una discusión infinita. Y el hipotético día en que se termine con esa eterna discusión, ese mismo hipotético día también habrá terminado la literatura. Aunque es cierto que hay normas, leyes que se agolpan en los alrededores de los papeles en blanco., Pero, claro, resulta prácticamente imposible llenar esos papeles en blanco con literatura si respetamos puntualmente todas y cada una de esas leyes. Lo literario nace de lo ilegítimo, de lo insoportable”. En Papá de F. Jeanmaire.
* La hora de la estrella (Novela) de Clarice Lispector (Brasil). La metaficción en la creación literaria. Dice la autora:
“Escribir es una maldición que salva. Es una maldición porque obliga y arrastra, como un vicio penoso del cual es imposible librarse. Y es una salvación porque salva el día que se vive y que nunca se entiende a menos que se escriba. ¿El proceso de escribir es difícil? Es como llamar difícil al modo extremadamente prolijo y natural con que es hecha una flor. No puedo escribir mientras estoy ansiosa, porque hago todo lo posible para que las horas pasen. Escribir es prolongar el tiempo, dividirlo en partículas de segundos, dando a cada una de ellas una vida insustituible. Escribir es usar la palabra como carnada, para pescar lo que no es palabra. Cuando esa no-palabra, la entrelínea, muerde la carnada, algo se escribió. Una vez que se pescó la entrelínea, con alivio se puede echar afuera la palabra”.
* La tarde de un escritor (Novela) de Peter Handke (Alemania). La imposición de la palabra.
“He empezado a escribir bajo el signo del relato. Hay que seguir. Dejar que las cosas existan. Hacerlas plausibles. Exponerlas. Legarlas. Seguir elaborando la más fugaz de las materias, tu aliento; ser su artesano”. En La tarde de un escritor de P. Handke.
* De A para X (Novela Epistolar) de John Berger (Inglaterra). El “mirar” y la narrativa poética.
“¿Es algo que hice hace mucho tiempo? ¿O es algo que quería hacer y todavía no he hecho? Igual da. El caso es que en algún momento pensé en poner mi mano en una carta, dibujar su contorno y enviártela. Un poco después de cuando fuera que lo pensara, me topé con un libro en el que enseñaban a dibujar manos y lo abrí y lo vi. Página a página. Decidí comprármelo. Se parecía ala historia de nuestra vida. Todas las historias son también historias de manos, manos que agarran, que sopesan, que señalan, que unen, que amasan, que enhebran, que acarician; manos abandonadas en ele sueño, manos que cortan, que comen, que limpian, que tocan música, que rascan, que asen, que pelean, que se aferran, que aprietan un gatillo, que se cruzan. En cada página del libro hay un delicado dibujo de manos ejecutando una acción específica… Y me miro las manos, que quieren tocarte, y me parecen obsoletas, porque hace tanto que no te acarician…” En De A para X de John Berger.
* Las Primas (Novela) de Aurora Venturini. La desacralización de la literatura.
“Rum…rum…rum…murmuraba Betina, mi hermana paseando su desgracia por el jardincillo y los patios de laja. El rum solía empaparse en las babas de la boba que babeaba. Pobre Betina. Error de la naturaleza. Pobre yo, también error y más aún mi madre que cargaba olvido y monstruos. Pero todo pasa en este mundo inmundo. Por eso no es lógico afligirse demasiado por nada ni por nadie. A veces pienso que somos un sueño o pesadilla cumplida día a día que en cualquier momento ya no será, ya no aparecerá en la pantalla del alma para atormentarnos”. En Las Primas de Aurora Venturini.
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