...
Abren sus piernas los pétalos de las flores.
Límpido aire barre la quietud del tiempo.
Y uno aquí, haciéndose de silencio.
Buscando el abrazo.
Atisbando un beso escurridizo.
No es en esa mejilla, no.
En esa boca, no es.
Y amanece diciembre.
Me descuelga de este aquí, un libro.
Me adentro por el río caudaloso
de la palabra ajena
para invocar un nombre
en este diciembre que nace.
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