No quiero olvidar. No.
Tu perfume.
El sonido de tus palabras.
Tu andariego despertar.
Tus "buenos días" de cada día.
Tu risa inundando los espacios.
Tu mesa tendida.
El sonido del teléfono llamándome.
Tu "hay que vivir y dejar vivir".
Ni cada uno de los instantes cotidianos.
Y sin embargo, el tiempo acabará con su misión de horadar, uno a uno, los recuerdos. Y me iré quedando, poco a poco, con esfumados momentos, gestos, aromas. Los auténticos. Los que te nombren fielmente, junto a estas palabras que no hacen más que buscarte en este espacio del vivir.
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