En el final del libro, Marco Polo le dice al Gran Kan:
“El infierno de los vivos no es algo por venir; hay uno, el que ya está aquí, el que habitamos todos los días, el que formamos estando juntos. Hay dos maneras de no sufrirlo. La primera es fácil para muchos: aceptar el infierno y volverse parte de él hasta el punto de dejar de verlo. La segunda es arriesgada y exige atención y aprendizajes continuos: buscar y saber reconocer quién y qué, en medio del infierno, no es infierno”.
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