domingo, 30 de noviembre de 2014

Sueñera


Tanto he soñado contigo que pierdes tu realidad.
¿Habrá tiempo para alcanzar ese cuerpo vivo
y besar sobre esa boca
el nacimiento de la voz que quiero?
Tanto he soñado contigo,
que mis brazos habituados a cruzarse
sobre mi pecho, abrazan tu sombra,
y tal vez ya no sepan adaptarse
al contorno de tu cuerpo.
Tanto he soñado contigo,
que seguramente ya no podré despertar.
Duermo de pie,
con mi pobre cuerpo ofrecido
a todas las apariencias
de la vida y del amor, y tú, eres la única
que cuenta ahora para mí.
Más difícil me resultará tocar tu frente
y tus labios, que los primeros labios
y la primera frente que encuentre.
Y frente a la existencia real
de aquello que me obsesiona
desde hace días y años
seguramente me transformaré en sombra.
Tanto he soñado contigo,
tanto he hablado y caminado, que me tendí al lado
de tu sombra y de tu fantasma,
y por lo tanto,
ya no me queda sino ser fantasma
entre los fantasmas y cien veces más sombra
que la sombra que siempre pasea alegremente
por el cuadrante solar de tu vida.

A la misteriosa, poema de Robert Desnos

lunes, 17 de noviembre de 2014

Exorcismo




Tenés
la soga al cuello.
Mirame
si querés salvarte.
Todo
lo que soy
es un hilo
que se corta.


Silvia Rodriguez Ares

Marea de mi corazón




Marea de mi corazón
déjame ir 
en las ligustrinas 
como un insecto o como la 
misma ligustrina en el rumor 
en el rasante 
vuelo de las 
golondrinas alrededor 
de los aleros en la música 
minimal donde se hunde 
mi vecino mientras tapiza 
con golpecitos los respaldos 
de las sillas en el sol 
rasgado por la brisa 
no ser lo otro 
lo que mira. Desligarme 
del ser hacia aquel 
estar mayestático de 
la dicha. Alfombra 
de orquídeas diminutas 
sobre el pasto florecen 
antes que la máquina 
cortadora de césped 
las arrase ¿aprendieron? 
Corolas violáceas 
enjoyadas que emergen 
en cinco días de sus tallos 
aprendieron la brevedad? 
de la vida sin ser 
lo otro que del origen 
nos aparta.

Diana Bellessi
En "Tener lo que se tiene"

Vidrio Molido



Si te hiere un amor agudizá la herida
con vinagre, sal, vidrio molido, algo
que aumente la importancia de tu dolor.
Las penas mediocres no hacen huella en la historia
como decir un callo te molesta,
un piojo te habita o cosas menores propias
de la mezquindad.
Habría que gemir como sirena,
rasgarse las vestiduras,
echarse ceniza en la cabeza o mejor aún
no digo qué, pero mucho más sufrimiento.
Nada de olvido. Y que la herida se pudra.
Porque cuando los grandes amores se frustran
requieren lluvias de lágrimas,
carradas de tropezones en la misma piedra,
insomnios hasta que te anide la locura.
No se avergüencen de decirlo a moco tendido,
asuman el concepto ético del dolor.

JORGE LEÓNIDAS ESCUDERO