miércoles, 27 de julio de 2011

Viajar no quiere decir solamente ir al otro lado de la frontera, sino también descubrir que siempre se está en el otro lado...





Cada viaje implica más o menos una experiencia similar: alguien o algo que parecía estar cerca y ser bien conocido se revela extranjero e indescifrable, o bien un individuo, un paisaje, una cultura que considerábamos diferentes y ajenos se muestran afines y emparentados con nosotros. A las gentes de una orilla las de la orilla opuesta a menudo les parecen bárbaras, peligrosas y llenas de prejuicios hacia ellas. Pero si nos ponemos a ir de acá para allá en un puente, mezclándonos con las personas que transitan por él y pasando de una orilla a otra hasta no saber bien de qué parte o en qué país estamos, reencontramos la benevolencia hacia nosotros mismos y el placer del mundo. “¿Dónde está la frontera?”, pregunta Saramago en el confín entre España y Portugal a los peces que, en el mismo río, según se deslicen por una orilla u otra nadan ora en el Duero, ora en el Douro.

 (...)

Utopía y desencanto. Muchas cosas se vienen abajo, cuando se viaja; certidumbres, valores, sentimientos, expectativas que se van perdiendo por el camino —el camino es un maestro duro, pero también bueno. Otras cosas, otros valores y sentimientos se hallan, se encuentran, se recogen en él. Al igual que viajar, escribir significa desmontar, reajustar, volver a combinar; se viaja en la realidad como en un teatro, desplazando los bastidores, abriendo nuevos paisajes, perdiéndose en callejones y deteniéndose delante de falsas puertas dibujadas en la pared.

 La realidad, tan a menudo impenetrable, de pronto cede, se cuartea; el viajero, dice Cees Nooteboom, siente “las corrientes de aire que se filtran por las fisuras del edificio causal”. Lo real se revela probabilista, indeterminista, sujeto a repentinos colapsos cuánticos que hacen desaparecer algunos de sus elementos, engullidos, absorbidos en vórtices del espacio-tiempo, remolinos de la mortalidad de todas las cosas, pero también del imprevisible brote de nueva vida.

Viajar es una experiencia musiliana, confiada al sentido de las posibilidades más que al principio de realidad. Se descubren, como en unas excavaciones arqueológicas, otros estratos de lo real, las posibilidades concretas que no se han realizado materialmente pero existían y sobreviven en jirones olvidados por la carrera del tiempo, en brechas todavía abiertas, en estados fluctuantes aún. Viajar significa echar cuentas con la realidad pero también con sus alternativas, con sus vacíos; con la Historia y con otra historia u otras historias impedidas y destituidas por ella, mas no canceladas del todo.

(...)

A veces los lugares hablan, otras callan, tienen sus epifanías y sus hermetismos. Como cualquier otro, el encuentro con los lugares —y con quien vive en ellos— es aventurado, rico en promesas y riesgos. Algunos lugares, Venecia o Praga, le hablan hasta al viajero más distraído e ignaro con la evidencia misma de su aparición y de la vida que en ellos bulle. Otros se confían a una elocuencia indirecta, seducen sólo a quienes los recorren conociendo lo sucedido entre aquellos árboles o en aquellas calles: la habitación donde murió Kafka, en Kierling, dice tantas cosas, pero sólo a quien sabe que entre aquellas paredes Kafka vivió sus últimas horas y mira hasta las grietas de las paredes bajo esta luz. Otros lugares se cierran en un opaco silencio y el encuentro fracasa; también el viaje, como toda aventura, está expuesto a la derrota y a la esterilidad. Y esto sucede porque el viajero —por ignorancia, soberbia o acedia— no encuentra la llave para entrar en aquel mundo, el vocabulario y la gramática para comprender aquella lengua y descifrar aquella cultura. El status viatoris que el pensamiento religioso atribuye al hombre implica también esta fragilidad, esta alternancia de gloria y caída, la capacidad de salvación unida a la exposición y al jaque mate y a la culpa.

Hay lugares que fascinan porque parecen radicalmente diferentes y otros que encantan porque, ya la primera vez, resultan familiares, casi un lugar natal. Conocer es a menudo, platónicamente, reconocer, es el brote de algo acaso ignorado hasta ese momento pero asumido como propio. Para ver un lugar es preciso volver a verlo. Lo conocido y lo familiar, continuamente redescubiertos y enriquecidos, son la premisa del encuentro, la seducción y la aventura; la vigésima o centésima vez que se habla con un amigo o se hace el amor con una persona amada son infinitamente más intensas que la primera. Esto vale también para los lugares; el viaje más fascinador es un regreso, una odisea, y los lugares del recorrido acostumbrado, los microcosmos cotidianos atravesados durante años y años, son un desafío ulisiano. “¿Por qué cabalgáis por estas tierras?”, pregunta el alférez en la famosa balada de Rilke al marqués que avanza a su lado. “Para regresar”, responde el segundo.


Fragmentos de El infinito viajar (Ed. Anagrama) de Claudio Magris.

domingo, 24 de julio de 2011

Te espero convertida en luna

Querido Rey de la Cabina:
¿por qué llamamos amor al amor?
con lo que cuesta, con lo que duele,
con lo que tarda, con lo que arde,
con lo que falta, con lo que quema,
con lo que ausencia, con lo que tiene,
con lo que viene, con lo que ahueca,
con lo que silencia, con lo canta,
con lo que arrulla, con lo que leche,
con lo que vibra, con lo que abraza,
con lo que olvida, con lo que vida,
con lo que pajarito, pajarito,
caracolito tan poco mío y de nadie.
Yo, que nunca te tendré.
Y aunque no te lleguen mis correos
te escribo,
y aunque no sepa si los lees,
te escribo.
Te escribía.
Ciega de ausencia de no verte,
ciega al resto de tu hueco en el mundo.
Harta de abrazar calaveras de tu presencia
siento el aire que alimenta mis pulmones,
respiro al imaginar que volvería a tenerte
enfrente mío, doblando tu ropa y los jazmines,
apoyando los azahares de tu frente.
Aunque falten siglos para tanto verano,
y hoy sólo tenga para ofrecerte
un otoño lleno de hojas que se retiran
regalando su turno a lo inventado.
Quiero regresar
sólo para lo imprevisto,
para lo que deba nacer de tus manos y las mías.
Para nada que ya haya sido escrito o dibujado.
Ni en tu alma, ni en la mía.
Paloma

Querido Rey de la Cabina: Crecieron todas
las semillas de tu carta.
Vieras qué hermoso prado. Los abrazos
crecieron sanos y fuertes rodeando mi cintura.
Crecieron besos en mis pies (¿sembraste besos para mis pies o fue un error del viento?).
Te espero convertida en Luna.
Paloma

Cartas tomadas del último libro de Luis M. Pescetti, Cartas al Rey de la Cabina

miércoles, 20 de julio de 2011

Todo empieza

http://youtu.be/ejTGc5_vQ34

Estoy aquí


Estoy aquí
en el mundo
en un lugar del mundo
esperando
esperando.
Ven
o no vengas
yo
me estoy aquí
esperando.

Idea Vilariño

Tengo amigos para saber quién soy


Elijo a mis amigos no por la piel
u otra característica cualquiera
sino por la pupila,
tiene que tener brillo inquisidor y tonalidad inquietante.

A mí no me interesan los buenos de espíritu
ni los malos de hábito.
Me quedo con aquellos que hacen de mí un loco y un santo.
De ellos no quiero respuestas,
quiero que me traigan dudas y angustias y aguanten lo peor que hay en mí.

Para eso, únicamente siendo loco
quiero los santos, para que no duden de las diferencias y
pidan perdón por las injusticias.

Elijo a mis amigos por la cara lavada y por el alma expuesta.
No quiero solamente un hombro o un regazo,
quiero también su mayor alegría.
Amigo que no ríe conmigo no sabe sufrir a mi lado.
Mis amigos son todos así: Mitad tontería, mitad inteligencia.
No quiero risas previsibles ni llantos piadosos.
Quiero amigos confiables, de  aquellos que hacen de la realidad su
fuente de aprendizaje, pero luchan para que la fantasía no desaparezca.

No quiero amigos adultos ni aburridos
los quiero mitad infancia y la otra mitad vejez!
niños, para que no olviden el valor del viento sobre el rostro;
y viejos, para que nunca tengan prisa.

Tengo amigos para saber quien soy yo.
Pues viéndolos locos y santos, tontos y serios,niños y viejos,
nunca me olvidaré que "normalidad"
es una ilusión imbécil y estéril.

Oscar Wilde

martes, 19 de julio de 2011

Cuando me extiendo junto al mar,...


...
existe el agua y su palpitación
y un cielo azul cuya profundidad
es demasiado grande para mí.

Sentir el mar, su lentitud viviente,
es la magnificencia y el olvido,
pero sentir la vida de los camaradas
en ser el camarada de uno mismo.

El cielo inmóvil tiene su razón, lo sé,
pero la razón que hay en nosotros
existirá aún cuando este cielo
haya sido borrado por el viento y el frío.

"Verano 1966" de Antonio Gamoneda

lunes, 18 de julio de 2011

Y sé muy bien que no estarás...

...
No estarás en la calle, en el murmullo que brota de noche
de los postes de alumbrado, ni en el gesto
de elegir el menú, ni en la sonrisa
que alivia los completos en los subtes,
ni en los libros prestados ni en el hasta mañana.

No estarás en mis sueños,
en el destino original de mis palabras,
o en el color de un par de guantes o una blusa.
Me enojaré, amor mío, sin que sea por ti,
y compraré bombones pero no para ti,
me pararé en la esquina a la que no vendrás,
y diré las palabras que se dicen
y comeré las cosas que se comen
y soñaré los sueños que se sueñan
y sé muy bien que no estarás
ni aquí adentro, la cárcel donde aún te retengo,
ni allí fuera, este río de calles y de puentes.
No estarás para nada, no serás ni recuerdo,
y cuando piense en ti pensaré un pensamiento
que oscuramente trata de acordarse de ti.

Poema "El Futuro" En Salvo el Crepúsculo de Julio Cortázar

sábado, 16 de julio de 2011

"Nado en un río incierto que me lleva...

del recuerdo a la voz”, dice uno de los más hermosos versos de Juan José Saer. Es el narrador el que puede, o en todo caso debe, nadar en ese río de incertidumbres, no sin extraviarse y dejarse llevar, a la deriva, por ese cauce incesante donde se encuentra la propia voz.
Los ríos, que son todos y a la vez el mismo río, están presentes de diversas formas en la narrativa y la poética del autor santafesino. En primera instancia se trata de una presencia concreta que reaparece en todo su recorrido literario. Ese ciclo de narraciones que se parece, más que a un curso de agua con un sentido definido, a una trama de afluentes varios.
La literatura de Juan José Saer está vinculada con una zona geográfica muy precisa: el litoral argentino. En ese lugar conocido que se narra sin cesar, se cifra el universo.
Como escribe en El río sin orillas , “el río, a pesar de su desmesura geográfica, con su profusión de recodos y de acontecimientos, es más vasto e inabordable (…) que el universo entero”. En esta frase reconocemos un esbozo del proyecto narrativo emprendido por Saer durante casi medio siglo, un recorrido en el que la “profusión de recodos y acontecimientos” también define la obra.
La presencia del río en sus cuentos y novelas es constante aunque nunca tome el primer plano de los relatos –tampoco parece hacerlo del todo en el “tratado imaginario” El río sin orillas –. Desde el primer libro de cuentos hasta su novela póstuma, los ríos se remontan, sirven de referencia para los viajeros, se cruzan, se contemplan propiciando la reflexión casi filosófica, se desbordan y amenazan con borrar las ciudades, se retiran para dejar la tierra convertida en desierto, reaparecen sorpresivos con un giro del relato, se vuelven un lugar irreal en el que la conciencia amenaza con disolverse y son el destino predilecto de varios textos saerianos..."

Por Paulo Ricci En Revista Ñ. Leer el artículo completo aquí

viernes, 15 de julio de 2011

Mientras llega el arribo a Venecia



"Hemos querido a través de este libro probar una ficción sobre Venecia, una ficción poética sobre ese extraño imperio que sigue en pie. Elegimos el agua como vehículo para narrar, contar, recoger historias y antologar testimonios; el agua circunscripta alrededor de una ciudad sostenida milagrosamente, amenazada por las inclemencias del líquido, que a su vez, la encende" (Frag. del Prólogo, pp.13)


"Venecia es para mí una construcción psíquica, como para otros puede serlo la torre de Pisa o el valle de la Luna...Aquí dejaré anotado mi pasar -y mi pesar- por 'la calle más bella del mundo'" (Capítulo 1 - Los patios de agua, pp. 29)


"Amo la lengua italiana, ese dulce y bastardeado latín, que fluye como besos de la boca de una mujer y resuena como si estuviese encima del raso con sílabas articuladas por el soplo del mediodía,  y acentos tan limpios, tan tiernos,..." (Capítulo 3 - El nadador apasionado, pp.69)



Javier Cófreces y Alberto Muñoz en Venecia Negra. Ed. En Danza. 2003

miércoles, 13 de julio de 2011

Ed e' subito sera



ED E’ SUBITO SERA
Ognuno sta solo sul cuor della terra
trafitto da un raggio di sole:
...ed è subito sera.

Y DE PRONTO ANOCHECE
Cada uno está solo en el corazón de la tierra
tocado por un rayo de sol:
y de pronto anochece.

Salvatore Quasimodo (Modica, Sicilia, 1901-Amalfi, 1968)

lunes, 11 de julio de 2011

Ayer

un encuentro a destiempo
un horizonte para el que no estábamos destinados
quizás
sólo fue eso
y aún así
no cesas

domingo, 10 de julio de 2011

Ahora que los festejos son parte del ayer / y el silencio me asiste

(algunos de los tantísimos obsequios)
...
celebro la “re-unión”
de Coincidir en bendecir la Vida,
en estrecharnos todos en abrazos largos y amorosos
como si cada uno fuese la parte de un rompecabeza
que busca su huequito, su entramado, su espacio estelar
celebro habernos puesto "el sol al hombro"
para incendiar el día
y seguir naciendo.

Empezar de nuevo



 "En este nuevo día,
Yo dejaré al espejo,
Y trataré de ser,
Por fin un hombre nuevo,

De cara al Sol,
Caminaré,
Y con la Luna,
Volaré.

Ahora mismo le puedes decir basta a la mujer que ya no te gusta,
Al hombre que ya no amas
,
Al trabajo que odias,
A las cosas que te encadenan a la tarjeta de crédito,
A
los noticieros que te envenenan desde la mañana y desde el helicóptero,
A los que quieren dirigir tu vida.

Ahora mismo le puedes decir basta al miedo que heredaste,
Porque la vida es aquí y ahora mismo,
Por eso:

Este es un nuevo día,
Para empezar de nuevo,
Para buscar al ángel,
Que nos crece los sueños.

Para cantar,
Para reir,
Para volver
A ser feliz

Si Señor."


sábado, 9 de julio de 2011

Me gusta el mar y la mujer cuando llora...

...
las golondrinas y las malas señoras
saltar balcones y abrir las ventanas
y las muchachas en abril

Me gusta el vino tanto como las flores
y los amantes, pero no los señores
me encanta ser amigo de los ladrones
y las canciones en francés

No soy de aquí, ni soy de allá
no tengo edad, ni porvenir
y ser feliz es mi color
de identidad

Me gusta estar tirado siempre en la arena
y en bicicleta perseguir a Manuela
y todo el tiempo para ver las estrellas
con la María en el trigal

No soy de aquí, ni soy de allá
no tengo edad, ni porvenir
y ser feliz es mi color
de identidad

Facundo Cabral, 1937-2011

viernes, 8 de julio de 2011

Todo consiste en empezar...



...¿Y empezar por dónde? Por cualquier lado, decía Deleuze. Todo en la vida consiste en comenzar lo que sea por algún lado. ¿Y qué cosa exactamente está sin empezar? Eso cada cual lo sabe. Pero algo siempre falta. El mundo es incompleto para todos. No podemos pasar la vida quejándonos de eso que ni siquiera iniciamos. Empezar ya por donde sea. Y si no es hoy será mañana. Porque todo consiste en empezar el lunes.

 Leido días pasados en el blog
http://suspendelviaje.blogspot.com/



miércoles, 6 de julio de 2011

"La cosa más profunda que he vivido

...              
ya la he olvidado. Ahora sólo me importa
arreglar la ventana si se rompiera, o
limpiar los cristales. Todas las verdades
han sido un largo pronunciamiento sin fecha,
de pronto no recuerdo ninguna. Se confunden
encaramadas bajo los auspicios de mi necedad
que tampoco se precia. A mí me gusta
el encantamiento de ciertas tardes, cuando
lo evidente no es real.

Poema "Bajo los auspicios"

U olvidar. Hacia atrás sueño.
La rareza de un bosque en un póster
sobre la aguja del reloj. Te tuve
cuando no te tenía, corre brisa
tanto corre que ventea. Un libro
y dos páginas leídas, qué cuerpo
tienes. Ya no te quiero, qué hermoso:
ya no te quiero. Me da perplejidad
tomarte de la mano, y tus rayas
qué largas, no te vas a morir nunca.
Paseo de invierno. Es verano
fue trescientos sesenta y cinco días antes
más o menos, me miraba en el espejo
para peinarme y no amanecía.
Proyectaba aunamientos con nadie
más sola que tú. Conoces
el estertor y el declive.
Yo de fatiga, cuánto te quise.

Poema "Cúspide"

No sé. Abro el buzón. Llegan
aquellas cosas mal puestas
en una silla o sobre ella.
Aturdirme de letras,
vivir tardíamente dos pasos
lo justo para intransitar lo cotidiano.
Verme en el espejo: sí, otro día.
Sí, son varios. Sí, fueron muchos.
No sé. Llegar, doblar la ropa
otear la casa, el interior de la casa,
de soslayo, y a veces de frente
sin dejar de examinarme. Es eso.
Sí es eso. La felicidad no tiene temblores
ni arquea días. Es eso. Fíjate
qué cotidiano. Qué leve delicadeza
casi a solas.
Poema "Leve delicadeza"

En Un brillo del no y otros poemas de Concha García, Editorial En Danza.
Más información acerca de la poeta

martes, 5 de julio de 2011

mi voz está en su sitio...

...el corazón sabe algo más porque me duele

por eso digo:
terrible oficio
es repartir equivocadamente los abrazos
y que el alma viva entre perros hambrientos

uno de mis errores
fue creer que todos éramos hermanos

y ahora
no se le puede cambiar el horizonte a la nostalgia
hay que olvidarse de las viejas sonrisas
y andar con el dolor a cuestas
para que sirva definitivamente

nunca dije
mi lágrima fue grande
sufrí
no me quisieron

cada uno conoce su dolor
y sabe de qué manera hablarle a la desgracia

que venga la vida y me golpee
de nada vale cerrar los ojos

un hombre dormido
es un dolor que descansa

es duro el amor cuando se niega
un día sin embargo recuesta sus abrazos
apoya su misterio en mi cabeza
y me lleva a vivir al primer piso de un incendio

no comparo
simplemente doy mi fruto
y espero

la semilla más humilde
puede brotar el fuego o la hermosura

si estoy acorralado entre dos besos
decido acurrucarme al pie de mi corazón
y sueño

soy triste hasta los zapatos

a la hora del té
mi alegría se sienta y llora conmigo

pero sostengo que un día
aunque el amor sea el hermano implacable de la lluvia
de mi casa a tus ojos
no habrá naufragios

"Las cosas claras, 1974" por Roberto Santoro, poeta desaparecido en 1977

domingo, 3 de julio de 2011

Si pudiera decirte

El tiempo dirá tan sólo: “ya te dije”
Sólo el tiempo conoce el precio que hemos de pagar;
Si yo pudiera decírtelo, te lo haría saber.
Si debiéramos sollozar cuando los payasos hacen su número,
Si debiéramos tropezar cuando tocan los músicos,
El tiempo diría tan sólo “ya te lo dije”.
No hay fortunas que predecir, no obstante,
Porque te amo más de lo que puedo expresar
Si pudiera decírtelo, te lo haría saber.
Los vientos deben venir de alguna parte cuando soplan,
Debe haber razones por las que las hojas se pudren;
El tiempo dirá sólo “ya te lo dije”..
Tal vez las rosas realmente quieren crecer,
Tal vez la visión quiere en verdad permanecer;
Si pudiera decírtelo, te lo haría saber.
Supongamos que los leones se levantaran todos y se fueran,
Y que todos los arroyos y los soldados huyeran;
¿Dirá el tiempo algo que no sea ya te lo dije?
Si pudiera decírtelo te lo haría saber.

Wystan Hugh Auden (1907-1973) poeta de izquierdas, comprometido con la causa de los desheredados, de los que sufren. Como otros intelectuales de su época, formó parte de las brigadas internacionales durante la Guerra Civil española, en contra de los militares sublevados apoyados por Hitler y Mussolini.