martes, 17 de noviembre de 2015

El grito de la tierra


Cesare Pavese, Italia 1908 - 1950

El grito de la tierra

"Uno se cansa y trata de echar raíces, 
unirse a la tierra y a la región, 
para que la propia carne valga algo 
y perdure un poco más que un simple cambio de estación”

"Nos hace falta un país, 
aunque sólo fuera por el placer de abandonarlo. 
Un país quiere decir no estar solos, 
saber que en la gente, en las plantas, 
en la tierra hay algo tuyo, 
que aun cuando no estés 
te sigue esperando.”

Cesare Pavese, La luna y la fogata

Fragilidad


Antonio Canova | Naiade sdraiata, c. 1820

lunes, 16 de noviembre de 2015

Cae. La tarde


Resistir (2)


Resistir





Sentado al borde de una silla desfondada,
mareado, enfermo, casi vivo,
escribo versos previamente llorados
por la ciudad donde nací.

Hay que atraparlos, también aquí
nacieron hijos dulces míos
que entre tanto castigo te endulzan bellamente.
Hay que aprender a resistir.

Ni a irse ni a quedarse,
a resistir,
aunque es seguro
que habrá más penas y olvido.

Juan Gelman




sábado, 14 de noviembre de 2015

Algo huele mal en el mundo

Un mundo de dolor y de pena
aun cuando los cerezos
están en flor
Kobayashi Issa / Haikus de las cuatro estaciones

martes, 10 de noviembre de 2015

Panpalabra


Yo, como tú,

amo el amor, la vida, el dulce encanto
de las cosas, el paisaje
celeste de los días de enero.

También mi sangre bulle
y río por los ojos
que han conocido el brote de las lágrimas.

Creo que el mundo es bello,
que la poesía es como el pan, de todos.

Y que mis venas no terminan en mí
sino en la sangre unánime
de los que luchan por la vida,
el amor,
las cosas,
el paisaje y el pan,
la poesía de todos.

Roque Dalton, periodista, ensayista y poeta salvadoreño, 1935-1975.

domingo, 8 de noviembre de 2015

Oficios

Tengo una foto de Antonio Dal Masetto muy joven, aquella que se usó para la tapa de Siete de oro, su novela de aventuras en el sur, a lo beat, que publicó Planeta. Juan Forn, director editorial, y Mario Blanco, diseñador, tuvieron que convencerlo al Tano para que esa foto fuera la tapa. Cuando el libro empezó a circular en esta edición definitiva de Biblioteca del Sur y vio el impacto que generaba ese joven que mira a cámara con expresión seria, tímida y soñadora y usa una legendaria campera de cuero, se terminó de convencer y se alegró. Con el mismo Dal Masetto en tapa, el joven que iniciaba el viaje, sin filtros ni afeites, el efecto de verdad que irradiaba era lo que la novela prometía: una experiencia fuerte de lectura. Cuando hablábamos de la famosa colección Biblioteca del Sur, en ese momento y muchos años después, había una coincidencia total en que Dal Masetto era su máximo exponente, su expresión más pura. Un narrador como pocos en la literatura argentina. Mercedes Güiraldes, editora de Emecé, recuerda cómo en el año en que salió Oscuramente fuerte es la vida, el stand de Planeta en la Feria del Libro (en aquella época en el Salón de Exposiciones al lado de la Facultad de Derecho) era todo blanco, minimalista, varios ejemplares de los libros más conspicuos de la serie se replicaban a lo largo de los estantes, en muy primer plano. Dal Masetto ahí, en el medio del “Pasen y vean”, ocupaba un lugar central con un claim muy marketinero: “Un duro en la Feria”. Tal vez la cara curtida, la campera de cuero y su fuerza narrativa podían emparentarlo con Norman Mailer en una cruza con Kerouac, pero si uno se acercaba un poco más sabía que el Tano no tenía nada de duro ni de belicoso o de hablador. Lo cierto es que vendía sin parar. Para esa nueva edición de Siete de oro, Soriano escribió un blurb en el que hace un paralelo con Scott Fitzgerald porque “aunque pertenecían a sociedades y épocas distintas, ambos habían pintado la desilusión apenas encubierta de una generación que pronto sería devorada por el escepticismo o por la guerra”. Puedo asociar a Dal Masetto a Scott también porque los dos eran lo que los norteamericanos llaman “un natural”. Escribía sin esfuerzo, sin pretenciosidades, alambicamientos, afectaciones, lo que a él le gustaba leer. En la mayoría de sus novelas y cuentos, el viaje es el gran disparador. El viaje como motor, una infinita máquina de narrar, alberga la ilusión de la búsqueda de la identidad, y en la persistencia de esta búsqueda resuenan ecos de Herman Hesse, un olvidado. Sin embargo, la potencia mayor de Dal Masetto no está en la idea, en la historia, sino en la línea de la narración, es una línea de sombra que va llevando y llenando el relato con la mano certera y sabia. Uno puede estar más o menos interesado en la historia pero es esa línea nítida, que también proyecta su sombra lo que lleva la escritura firme hasta el final. Le gustaba construir desde su conocimiento personal –era un gran armador–. El tono siempre austero y melancólico, apasionado. Como buen solitario, para él la escritura era una actividad privada, sin testigos, y no hablaba con nadie de lo que estaba haciendo hasta que el trabajo no estuviera terminado.
Publicó quince novelas, seis libros de cuentos, decenas de crónicas. Tengo otras dos fotos del Tano cerca de sus sesenta, con mirada sonriente, cálida, todavía soñadora. El Tano se reía para adentro. Además de su talento como escritor, los que lo conocimos no podremos olvidar una condición innegable: fue muy querido. Era fácil querer al Tano, un tipo que no conoció la envidia ni el resentimiento. Seguía escribiendo, como quien ejerce un arte o un oficio del que no espera la gloria.
Paula Pérez Alonso, despide a Antonio Dal Masetto

Ágata


lunes, 2 de noviembre de 2015

Arreméte



Considero valor cada forma de vida, la nieve, la frutilla, la mosca.
Considero valor y reino mineral, la asamblea de las estrellas.
Considero valor el vino mientras dure la cena, una sonrisa involuntaria,
el cansancio de quien no se salvó, dos ancianos que se aman.
Considero valor aquello que mañana no valdrá más nada…
y aquello que hoy aún vale poco.


Considero valor todas las heridas.
Considero valor ahorrar agua, reparar un par de zapatos,
callar a tiempo, acudir a un grito, pedir permiso antes de sentarse,
sentir agradecimiento sin recordar porque.

Considero valor saber en una habitación dónde está el norte,
cual es el nombre del viento que está secando la ropa.
Considero valor el viaje del vagabundo, la clausura de la monja,
la paciencia del condenado, sea cual sea su culpa.

Considero valor el uso del verbo amar y la hipótesis de que exista un creador.

Muchos de estos valores no los he conocido.

Erri de Luca

Dos: ley del universo

Cuando seamos dos seremos vigilia y sueño
profundizaremos en la misma pulpa
como el diente de leche y su siguiente,
seremos dos como son las aguas, dulces y saladas,
como los cielos, del día y de la noche,
como los pies, los ojos, los riñones,
como los tiempos del pálpito
los golpes del respiro.
Cuando seamos dos no tendremos mitad
seremos dos que no se podrán dividir en nada.
Cuando seamos dos, ninguno será uno,
uno será igual que ninguno
y la unidad consistirá en ser dos.
Cuando seamos dos
cambiará el nombre del universo
y será diferente.

Erri De Luca

Dos: ley del universo

Quando saremo due saremo veglia e sonno
affonderemo nella stessa polpa
come il dente di latte e il suo secondo,
saremo due come sono le acque, le dolci e le salate,
come i cieli, del giorno e della notte,
due come sono i piedi, gli occhi, i reni,
come i tempi del battito
i colpi del respiro.
Quando saremo due non avremo metà
saremo un due che non si può dividere con niente.
Quando saremo due, nessuno sarà uno,
uno sarà l'uguale di nessuno
e l'unità consisterà nel due.
Quando saremo due
cambierà nome pure l'universo
diventerà diverso.

Erri De Luca, poeta y escritor napolitano, 1950.