domingo, 16 de junio de 2013

Mi padre, el inmigrante


"Mi padre, Juan Bautista Gerbasi, cuya vida es el motivo de este poema, 
                                                        nació en una aldea viñatera de Italia, a orillas del Mar Tirreno, 
                              y murió en Canoabo, pequeño pueblo venezolano escondido en una agreste
                                                                                                                         comarca del Estado Carabobo".

VII

Tu aldea en la colina redonda bajo el aire del trigo,
frente al mar con pescadores en la aurora,
levantaba torres y olivos plateados.
Bajaban por el césped los almendros de la primavera,
el labrador como un profeta joven,
y la pequeña pastora con su rostro en medio de un pañuelo.
Y subía la mujer del mar con una fresca cesta de sardinas.
Era una pobreza alegre bajo el azul eterno,
con los pequeños vendedores de cerezas en las plazoletas,
con las doncellas en torno a las fuentes
movidas rumorosamente por la brisa de los castaños,
en la penumbra con chispas del herrero,
entre las canciones del carpintero,
entre los fuertes zapatos claveteados,
y en las callejuelas de gastadas piedras,
donde deambulan sombras del purgatorio.
Tu aldea iba sola bajo la luz del día,
con nogales antiguos de sombra taciturna,
a orillas del cerezo, del olmo y de la higuera.
En sus muros de piedra las horas detenían
sus secretos reflejos vespertinos,
y al alma se acercaban las flautas del poniente.
Entre el sol y sus techos volaban las palomas.
Entre el ser y el otoño pasaba la tristeza.
Tu aldea estaba sola como en la luz de un cuento,
con puentes, con gitanos y hogueras en las noches
de silenciosa nieve.
Desde el azul sereno llamaban las estrellas,
y al fuego familiar, rodeado de leyendas,
venían las navidades,
con pan y miel y vino,
con fuertes montañeses, cabreros, leñadores.
Tu aldea se acercaba a los coros del cielo,
y sus campanas iban hacia las soledades,
donde gimen los pinos en el viento del hielo,
y el tren silbaba en lontananza, hacia los túneles,
hacia las llanuras con búfalos,
hacia las ciudades olorosas a frutas, hacia los puertos,
mientras el mar daba sus brillos lunares,
irás allá de las mandolinas,
donde comienzan a perderse las aves migratorias.
Y el mundo palpitaba en tu corazón.
Tú venías de una colina de la Biblia,
desde las ovejas, desde las vendimias,
padre mío, padre del trigo, padre de la pobreza.
Y de mi poesía.

En "Mi padre el inmigrante" de Vicente Gerbasi (Venezuela,1913 - 1992)

domingo, 24 de febrero de 2013

Educación = Prioridad, Derecho e Inversión.


"Subiré al cielo,
le pondré gatillo a la luna
y desde arriba fusilaré al mundo,
suavemente,
para que esto cambie de una vez"


*Frag. del poema "La luna con gatillo" del poeta argentino Raúl González Tuñón.

domingo, 3 de febrero de 2013

Si la felicidad fuese una música


El otro lado



Cuando se ha puesto una vez el pie del otro lado
y se puede sin embargo volver,
ya nunca más se pisará como antes
y poco a poco se irá pisando de este lado el otro lado.

Es el aprendizaje
que se convierte en lo aprendido,
el pleno aprendizaje
que después no se resigna
a que todo lo demás,
sobre todo el amor,
no haga lo mismo.

El otro lado es el mayor contagio.
Hasta los mismos ojos cambian de color
y adquieren el tono transparente de las fábulas.


*Las imágenes me pertenecen, fueron tomadas el 26/01/2013 en el Delta.
*El poema (Poesía Vertical 7) corresponde al poeta argentino, Roberto Juarroz (1925-1995).

domingo, 13 de enero de 2013

Si la felicidad fuese una música


De Cerdeña con Amor

"El título nobiliario de las tres hermanas no es en absoluto de Mantequilla. Así llaman a la más pequeña, porque es torpe, por tener manos de mantequilla y porque toda la realidad le hace daño a su débil corazón, que también es de mantequilla.

Cuentan que cuando era muchachita la reprendían, porque cuando en la casa precisaban algo no se podía contar con ella, pues estaba ayudando a algún pobre del vecindario, y decía que total ellos tenían de todo. Cuando llovía iba a los sótanos inundados de Castello a sacar agua con cubos,
en cambio, si faltaba agua, llevaba bidones desde su casa, porque total en su casa ya tenían depósitos.

Según Noemi molestaba, porque no sabía hacer nada y con sus manos de mantequilla no hacía otra cosa que desordenar más los tugurios de aquellos pobrecitos. Pero ella regresaba a casa feliz si había ayudado a alguien. Asomaba con su delgadez por el hueco de la puerta alta y oscura del
comedor, los brazos cruzados, sin decidirse a entrar, porque quería disculparse por ser buena o quizá también por haber venido al mundo.Hacía de canguro gratis cuando las madres de los niños iban a trabajar. Si después ni siquiera le daban las gracias y a lo mejor se mostraban frías con ella, se preguntaba: «¿Qué mal les he hecho yo?», y nunca pensaba que era buena. Al contrario. Pensaba que todo le iba mal precisamente porque no lo era y a Noemi le entraban ganas de estamparla contra la pared, a esa hermana estúpida.

Aquí, en Castello, mucha gente se ríe de ella, y si no se ríen, en cualquier caso, la critican. Lo que tiene gracia es que todos le recomiendan que se haga respetar y después son los primeros en tratarla sin ninguna consideración. Noemi la primera, porque no hace más que imponer su voluntad a gritos."

* Milena Agus es escritora italiana,  profesora de lengua e historia en un Instituto de Formación Profesional. Actualmente vive en Cagliari, aunque nació en Génova y su familia procede de Cerdeña, elemento mitificado en su obra, aparece casi como un personaje más. Su primera novela reconocida fue "Mentre dorme il pescecane", pero su éxito a nivel internacional le llegó con "Mal de piedras", con una mención en el Premio Junturas 2004 y el Premio Elsa Morente

Miradas: Vattimo-Grúner

Los desafíos de la izquierda

"¿Qué significa ser de izquierda hoy, en Europa, en América Latina, en Italia, en la Argentina...?

Gianni Vattimo: Ser de izquierda –ya con muchísimas referencias internacionales perdidas–, siempre implicó tener una cosmovisión culturalista; mientras que para la derecha siempre ha sido naturalista. Todo el liberalismo, incluso, hasta el racismo, se trata de liberar la sociedad para que cada uno pueda expresar lo que es. Pero, finalmente, la izquierda tiene que corregir los puntos de partida. Si uno nació con mucho dinero se expresa como capitalista, si uno nació como pobrecito, se expresa como pobrecito. Y, para una competencia verdadera se trataría de salir de puntos de partida comparables, algo que no pasa en el naturalismo derechista. Por ejemplo, que la derecha sea racista generalmente, es natural, porque se trata de disfrutar la diferencia. Todo esto es para mí, básicamente, la mentalidad de derecha. La izquierda tiene que corregir situaciones naturales de partida, obviamente, la derecha no tiene problemas de valores, y la izquierda tiene el problema de decidir entre todos el valor de la cultura. Es decir, de oponerse a la exaltación de las diferencias naturales. ¿Por qué no estoy de acuerdo con la derecha? Porque, básicamente, me interesa la relación con el otro; la izquierda siempre es igualitaria en ese sentido, por ejemplo, radicalizando incluso el principio liberal de la competencia, decir “bueno, competimos pero, por favor, deportivamente”. La exaltación de las leyes del mercado es una exaltación naturalista, es decir, hay leyes del mercado porque el mercado funciona así, no nos ponemos a preguntar cómo empezó esta situación. Se toma la economía política como si fuera una ciencia natural, lo que Marx siempre negó. Esas diferencias me parecen un punto de partida."