lunes, 31 de diciembre de 2012

jueves, 27 de diciembre de 2012

Credo

La vida, señores, la vida ....  
creíste que era así, pero era asá 
y ella pensó que sí, pero fué no 
y el que que estaba vivito, se murió 
y el que se iba a morir resucitó 
el que estaba ahí nomás, se lo perdió 
el que nunca esperó, lo consiguió 


La vida, señores, la vida.... 
al que le gusta hablar, mejor que escuche 
y el que quiera enseñar, mejor que aprenda 
vos que querés , vas a perder 
vos que querés entrar, vas a salir 

No hay GPS ni mapa ni radar 
que te avise de donde va a venir 
ese sopapo que te vas a ligar 
justo cuando pensabas: soy feliz 


Y al  de vida que sacaste 
a la prepaga y la tumba en Pilar
a la cochera, al paraguas por si llueve 
y a la libreta matrimonial 
se las lleva la vida de un plumazo 
y te deja en pelotas Y a los gritos 

El amor y la muerte son dos bichos salvajes 
que no se dejan domesticar 
y a veces el que más te quiere 
es el que más te hace llorar 

La vida, señores, la vida.... 
Y al que le gusta bien, y al que no también 
al fin y al cabo es lo que hay 
una sonrisa, tu boca y dos promesas 
que por supuesto nadie va a cumplir 
y la utopía de buscar respuestas 
como si hubiera un manual 
para vivir... 

En  POéMI, libro de poemas bilingûe castellano/italiano, de Javier Lombardo. 
Actor argentino, conduce el pragrama radial "Farodelalma". 
Más datos en su blog http://www.javierlombardo.com/ o en su página Facebook.

martes, 18 de diciembre de 2012

Bento, Baruch, Benedict.

"Este otoño los ciruelos están muy cargados de fruta. Algunas ramas se han roto con el peso. No recuerdo otro año que dieran tanto.

Cuando están maduras, este tipo de ciruelas moradas, las damascenas, se recubren de una sombra que recuerda a la media luz del crepúsculo. A mediodía, si hace sol -y llevamos muchos días seguidos de tiempo soleado-, se las ve, con su olor crepuscular, arracimadas entre las hojas..."


"...Con el paso del tiempo, sin embargo, los dos -Bento y yo- nos hemos ido diferenciando cada vez menos. En lo que se refiere al acto de mirar, al acto de cuestionar con los ojos, nos hemos hecho hasta cierto punto intercambiables. Y esto sucede, supongo, debido a una conciencia compartida con respecto a qué puede conducir la práctica del dibujo y adónde."

"Tus ojos son la patria del relámpago y la lágrima..." *



...
silencio que habla, 

tempestades sin viento, mar sin olas, 
pájaros presos, doradas fieras adormecidas, 
topacios impíos como la verdad, 
otoño en un claro del bosque en donde la luz canta en el hombro de un árbol y son pájaros todas las hojas, 
playa que la mañana encuentra constelada de ojos, 
cesta de frutos de fuego, 
mentira que alimenta, 
espejos de este mundo, puertas del más allá, 
pulsación tranquila del mar a mediodía, 
absoluto que parpadea, 
páramo.

* Octavio Paz, "Tus ojos". 

Volar


martes, 9 de octubre de 2012

"En sólo un día emigran las personas de un año", Erri De Luca

"La vida de un hombre dura lo mismo que la vida de tres caballos; tú ya has enterrado a tu primero"

"Cada vez que te oigo contar algo, tu precisión es lo que más me gusta. Te pregunto en qué piensas y levantas una isla o un pozo, y encima le pones un canal. Verte desconcertado me conmueve. Me parece que estamos ante una izvestia de amor, o mejor, una revelación; y rectifica como su abuela rusa, capaz de mezclar varios idiomas en una sola frase."

"Hay muchas variedades de bocas, me dice; hay bocas canalones que desparraman la saliva y las palabras, y bocas marsupiales que siempre llevan dentro una cría dormida; también bocas de sobre, pero uno cerrado y jamás enviado."

"Eso es lo que deben hacer todos los libros; deben llevar al hombre y no dejar que él los lleve a ellos; descargarle el día de la espalda, no añadir sus gramos de papel al peso de las vértebras."

"Me obsesiona una superstición: quien no tiene sombra no tiene pasado."


Fragmentos de la novela "Tres Caballos" (*) de Erri De Luca, Ed Akal.

(*) El título alude a una típica canción del centro de Italia: "Tres años un seto,/ tres setos un perro,/ tres perros un caballo,/ tres caballos un hombre.

El amor en la era de la soledad o "Nadie se salva solo"






"Bastaba con mirar atentamente a Gaetano para darse cuenta de que no era adecuado para ella, de que no eran adecuados. No estaban a la altura de la empresa que pretendían realizar. Dos inconstantes repletos de agujeros emocionales. Se habían husmeado a base de bien en el transcurso de unas cuantas horas. Convencidos de poder rellenar cada hueco con la mera fuerza del pensamiento. El germen de la destrucción  se albergaba ya en aquella exaltación. Dos tímidos empedrados de desquites que peloteaban con una sola mitomanía, la de su unión. Un mortal ejemplo de pareja contemporánea".




Fragmento de la novela "Nadie se salva solo" de Margaret Mazzantini, Ed. Alfaguara (2012).
La autora nació en Dublín en 1961, actualmente vive en Roma (Italia). La novela ganó los Premios Rapallo-Carige, Strega, Prix Littéraire Cavour, Cittá Di Bari.






sábado, 6 de octubre de 2012

1964

I
Ya no es mágico el mundo. Te han dejado.
Ya no compartirás la clara luna
ni los lentos jardines. Ya no hay una luna
que no sea espejo del pasado,

cristal de soledad, sol de agonías.
Adiós las mutuas manos y las sienes
que acercaba el amor. Hoy sólo tienes
la fiel memoria y los desiertos días.

Nadie pierde (repites vanamente)
sino lo que no tiene y no ha tenido
nunca, pero no basta ser valiente

para aprender el arte del olvido.
Un símbolo, una rosa, te desgarra
y te puede matar una guitarra.

II
Ya no seré feliz. Tal vez no importa.
Hay tantas otras cosas en el mundo;
un instante cualquiera es más profundo
y diverso que el mar. La vida es corta

y aunque las horas son tan largas, una
oscura maravilla nos acecha,
la muerte, ese otro mar, esa otra flecha
que nos libra del sol y de la luna

y del amor. La dicha que me diste
y me quitaste debe ser borrada;
lo que era todo tiene que ser nada.

Sólo que me queda el goce de estar triste,
esa vana costumbre que me inclina
al Sur, a cierta puerta, a cierta esquina.

Nada de azar


martes, 2 de octubre de 2012

Amore


"Amor, creo necesario nombrarte, más exactamente
pronunciar tu definición, tu cometido, puesto que de
ti ignoro nombre y existencia. Así pues, yo te nombro
un dedo fónico te señala en el centro de la noche. No
rememoro tiempos en que no fuera de noche, de manera
que no he tenido jamás forma distinta para señalarte
que no fuera este distraído y atento juego de una
mano que no diviso. Esto, a ti que no puedes escuchar,
quisiera decirte: tengo que marcharme, al punto, en
esta noche que en todo instante está igualmente lejos
del alba y del ocaso; camino y hablo quedamente, rechina
bajo mis pasos la madera del pórtico, escucho el
fragor del bosque. Bajo la luminiscencia de nubes bajas,
de nieblas, intento escribir una carta que no irá a
parar a ti jamás. Sé que tú duermes en algún lugar de
la enorme casa; y escucho cómo la casa, gimiendo, rechinando,
continuamente crece, se acrecienta de pináculos,
brotan balcones, se disparan cúpulas, los aposentos
paren aposentos, pasillos, nuevos aposentos.


Tú, durmiente, eres conducida ignara de aposento en
aposento, y con un suspiro leve y profundo caes en lechos
cada vez más imposibles de localizar. A quien te
conduce, sin desfigurar la delicada piel de tus sueños,
le eres cara, te ama, si bien su forma sea estrafalaria e
inquietante; y a semejantes servidores tuyos dejaré yo
esta carta, arrojada al pórtico, confiando en que la divisen,
y te la entreguen. Oigo esos pasos suyos por los
inestables pavimentos de la casa que crece; y si bien jamás
haya llegado a verlos, jamás haya partido el pan
con ellos –tan respetuosos y discretos–, jamás haya jugado
a los dados en la noche, con ociosa y cómplice
paciencia, yo creo conocerlos, a esos peludos perros
de grandes botas, con manos ágiles de gatos, a las serviciales
serpientes; pero esto también sé yo, que ni siquiera
ellos saben a qué aposento has sido destinada,
y su cometido únicamente es el de vigilar tu reposo, el
de proteger tus sueños, amortiguar tu propio aliento
contra los visillos, y eso hacen yaciendo al azar en un
pasillo, recorriendo una galería, una balconada, fingiendo
haber oído llamadas, tu voz, en verdad sólo
para confirmar su mansa y obstinada obediencia; ya
que, aunque tú, en la amargura de un sueño repentinamente
intolerable, pretendieras llamarme, llamarlos,
llamar, nadie intentaría ni tan siquiera recorrer el
laberinto que te excluye y te defiende. No diversamente,
amor, te amo yo; sabiéndote «aquí», pero encerrada
en un «aquí» que a cada instante se alambica
y expande, y que, si no huyo, no tardará en volverse
tan grande como el mundo. Reconozco tu benévola
ironía en esta invención de un «aquí» que nos consiente
la convivencia menuda y la separación total..."


"Amore"  de Giorgio Mnganelli, Editorial Siruela
(Milán, 15 de noviembre de 1922 - Roma, 28 de mayo de 1990)

Viajar




 
 
 
 
Dicono che quando uno viaggia l'anima viene dopo.
Sarà che la vita è sempre un viaggio






* En la imgen, "Taormina, Sicilia, Italia"

lunes, 10 de septiembre de 2012

Relanzamiento



En vísperas de un viaje y de una muerte (2009)fue que nació "La liebre dorada", en homenaje a la escritora Silvina Ocampo. 


La literatura, la música, los escritos personales difunden, reflexionan, inauguran grietas por donde dejarse llevar para encontrar, sentir, amar.


Con el paso del tiempo (2010 / 2011), "La liebre dorada" pasó a ser la generadora de un Taller de Lectura y Escritura. 


Hoy viró su andar hacia los versos del poeta Giuseppe Ungaretti: "M'illumino D'immenso".

*En la imagen, Scilla, Reggio Calabria, Italia. Foto tomada en septiembre del 2011.

miércoles, 5 de septiembre de 2012

Recomendación 3 / Gesualdo Bufalino


 Miré a Marta. Yacía con la sábana sobre los ojos: ajena o ausente. Y entonces volví a tenderme a su lado, me adormecí, en el duermevela sentí que se incorpó un momento para toser; luego se inclinó sobre mí con un asma materna, como si quisiera decirme algo y no se atreviera, mientras era claro que no tenía otra opción, era la última carta que le quedaba. 
Soporté en la frente ese aliento como un tibio, rápido saqueo que, aunque me sobresaltó un poco, no fue suficiente para sacarme del fondo del abismo donde me miraba fijamente un viejo en primer plano; un serpentario de arrugas entre los dos bordes de la solapa; y me hacía señas de que me fuera, se agachaba para recoger con mano indolente una piedra a sus pies. “¿Quién eres, qué quieres?” le pregunté mentalmente, mientras que, sin esperar a que me contestara, volví a abrir los ojos, recuperaba mi nombre, mi peso, mi tiempo, mi volumen de aire en el cuarto. Pero la música pronunciaba sus últimos acordes, por lo tanto no había pasado más de un minuto. 
Ahora ella se había puesto de nuevo bocarriba y miraba con insistencia a un punto al pie de sus sábanas donde en un roto de la tela se veía puerilmente su dedo gordo como de cera, única desnudez visible, además de la cara y el cuello y los brazos abiertos en cruz. 
–Besémonos en la boca sin miedo –dijo enseguida–. Podemos hacerlo. 
Pero yo apenas me apreté más contra ella, insinué una mano sobre su piel, busqué la lana de la ingle, las tímidas prominencias del regazo y del seno, como buscando el camino para hacer salir de su madriguera la almendra del mal que allí se escondía. 
–Hacía mucho tiempo que no me tocaba un hombre. Sólo recuerdo la oreja fría sobre mis costillas, la mañana que llegué a la Rocca. 
¿Decía la verdad? ¿Se había mantenido apartada de los hombres durante todos estos meses, ella que, en verdad, se había entregado a mí apáticamente? Dudé en creerle, pero no me detuve mucho a pensarlo, ahora que parecía decidida a hablar y me sentía tan dispuesto a escucharla. 
Me encontraba en ese estado de lasitud y confianza en los sentidos que sucede al abrazo amoroso, cuando se desea seguir en una barca el lento flujo de un río, sintiendo cómo se debilitan poco a poco bajo la camisa las intemperancias del corazón. Y me gustaba dejarme cautivar por la lisonja de su voz, no obstante el lugar me pareciera penoso, tan lleno como estaba de extrañas presencias, de tocadores de madera ordinaria, muy añejos, de espejos con imágenes rufianas, de sillas de esparto trenzado, donde nuestros vestidos amontonados se agitaban al viento de un ventilador, como si quisieran simular la silueta de un espantapájaros, aspaventando en medio del campo. 
–Por ello –dijo Marta– he salido contigo esta tarde. Tras tantas caricias de viejo, quería abandonar el mundo con el recuerdo de una caricia de joven sobre mí. 
Pobre de mí, no se cuidaba mucho de no contradecirse. Pero yo, como hacía poco había dudado para mis adentros de su declaración de antigua abstinencia, tampoco ahora me sorprendió oírla admitir, aunque en forma enigmática, lo que ya había supuesto desde el inicio: que había estado con el Magro, por debilidad o especulación, en aquel camastro del pabellón o en otro lugar... Y bien, no me importaba. Ya nada me importaba de la Rocca, ni de mis penosos compañeros, todos con la cabeza en el cepo, a la espera, o dedicados, con cuchillas y ligas, a intentar rudimentarios suicidios en las letrinas. Ni de él, de aquel tuerto e iracundo Geronte, un anti Papa con tiara de ceniza, anidado en el vientre de la Rocca, como sus cultivos de gérmenes en compotas de gelatina. Más bien, la idea de haberlo quizás traicionado me produjo un sobresalto de satisfacción, mientras pasaba despacio la mano por el pelo tan corto de Marta. 


Gesualdo Bufalino
"La perorata del apestado", Editorial Anagrama.

Recomendación 2 / Erri De Luca




Te lo voy a decir una vez y ya es demasiado: enjuágate las manos en mar antes de poner el cebo en el anzuelo. El pez nota el olor, rehúye el bocado que viene de tierra. Haz exactamente lo que veas hacer, sin esperara que nadie te lo diga. En el mar no es como en el colegio, no hay profesores que valgan. Está el mar y estás tú. Y el mar no enseña nada, el mar hace, y a su manera.

Erri De Luca
"Los peces no cierran los ojos", Editorial Seix Barral

Para saber más del autor, 


Recomendación 1 / Erri De Luca


Hablo con Rafaniello, hoy tenemos tiempo, no siente nostalgia de su país, pregunto. Su país ya no existe, no han quedado ni los vivos ni los muertos, a todos los hicieron desaparecer. "Lo que siento no es nostalgia, sino presencia. En los pensamientos, o cuando canto, cuando reparo un zapato, siento la presencia de mi país. Viene a verme a menudo, ahora que ya no tiene un lugar propio. Y en los gritos del aguador que sube con la carreta hasta Montedidio para vender agua sulfurosa en tinajas, también me llegan algunas sílabas de mi país." Se queda callado un rato, con los clavitos en la boca y la cabeza inclinada sobre una suela. Ve que sigo a su lado y continúa: "Sentir nostalgia no es echar de menos. Es tener una presencia, una visita, llegan personas, pueblos de lejos, y te hacen un poco de compañía." Entonces, Don Rafaniè, cuando eche de menos algo, ¿debo pensar que es una presencia? "Sí, de ese modo cada vez que eches de menos darás la bienvenida. acogerás." ¿O sea, que cuando usted se haya ido volando, no tengo por qué echarlo de menos? "Así es", dice, "porque cuando pienses en mí yo estaré presente." Escribo en el rollo esas palabras de Rafaniello que invierten el sentido de la nostalgia y la mejora. Rafaniello hace con los pensamientos lo mismo que con los zapatos, les da la vuelta en su banco y los repara.


Erri De Luca, (Nápoles -Italia-, 20 de mayo de 1950)
Fragmento de la novela "Montedidio", Editorial Akal. 

Intensamente femenina

Una mujer intensa es más hermosa que una mujer hermosa. ¿Intensa en qué sentido? Voy a tratar de improvisar una respuesta mientras escribo este post. Una mujer intensa no es pasiva, no le da todo lo mismo, no se dedica el día entero a pintarse, bañarse y exhibirse. No ríe fuerte pero ríe en silencio y por dentro que es mejor. Una mujer intensa llora cuando no le queda opción. Una mujer intensa se entrega de una manera tan avasallante y feroz como el viento de Quequén, la playa de mi infancia. Este último detalle es irrelevante. Una mujer intensa se mueve como lo hace el océano pocos minutos antes de la tormenta. Pero es capaz, también, de serenarse intensamente. Y de callar si hace falta. Y de negar su propia y voluble intensidad. Conocí y conozco a mujeres intensas. Me pregunto si soy intenso como ellas o soy, más bien, todo lo contrario. ¿Cómo sería eso? Voy a tratar de improvisar una respuesta.

Luis Gruss
http://www.suspendelviaje.blogspot.com

lunes, 25 de junio de 2012

Canto Nupcial *


me he casado
me he casado
me he dado el sí
un sí que tardó años en llegar
años de sufrimientos indecibles
de llorar con la lluvia
de encerrarme en la pieza
porque yo -el gran amor de mi existencia-
no me llamaba
no me escribía
no me visitaba
y a veces
cuando juntaba yo el coraje de llamarme
para decirme: hola, ¿estoy bien?
yo me hacía negar

llegué incluso a escribirme
en una lista de clavos
a los que no quería conectarme
porque daban la lata
porque me perseguían
porque me acorralaban
porque me reventaban

al final ni disimulaba yo
cuando yo me requería

me daba a entender
finamente
que me tenía podrida

y una vez dejé de llamarme
y dejé de llamarme

y pasó tanto tiempo
que me extrañé
entonces dije
¿cuánto hace que no me llamo?
añares
debe de hacer añares
y me llamé y atendí yo
y no podía creerlo
porque aunque perezca mentira
no había cicatrizado
sólo me había ido en sangre
entonces me dije: hola, ¿soy yo?
soy yo, me dije, y añadí:
hace muchísimo que no sabemos nada
yo de mí ni mí de yo

¿quiero venir a casa?

sí, dije yo

y volvimos a encontrarnos
con paz

yo me sentía bien junto conmigo
igual que yo
que me sentía bien junto conmigo
y así
de un día para el otro
me casé y me casé
y estoy junta
y ni la muerte puede separarme .

De Susana Thénon (1935 - 1991)
* Poema leido y compartido hoy en Festival de Poesía en la Escuela

viernes, 8 de junio de 2012

Misterio

El misterio de las cosas, ¿dónde está?
¿Dónde está que no aparece
al menos a mostrarnos que es misterio?
¿Qué sabe el río y que sabe el árbol
y yo, que no sé más que ellos, qué sé de esto?
Siempre que miro las cosas y pienso en lo que
/piensan de ellas los hombres,
río como un arroyo que suena fresco en la piedra.
Porque el único sentido oculto de las cosas
es que no tienen ningún sentido.
Más extraño que todas las extrañezas
y los sueños de todos los poetas
y los pensamientos de todos los filósofos,
es que las cosas sean realmente lo que parecen
y no haya nada que comprender.

Sí, he aquí lo que mis sentidos aprendieron solos:
las cosas no tienen significado; tienen existencia.
Las cosas son el único sentido oculto de las cosas.

Poema "XXXIX" de Fernando Pessoa

domingo, 3 de junio de 2012

Llanto por Aranjuez


Al andar

Generalmente empiezo
sin saber todavía
cuál será el rumbo definitivo
de la marcha

Generalmente marchando
se aclara el objeto y el fin
de una travesía que empezó
por amor a la aventura

Pero sucede luego
que el ritmo
el golpe en el tambor de la sangre
despierta una oscuridad
que latía
llena de cargas
y cuando quiero detenerme
ya no puedo
y del pozo sigue surgiendo
un líquido incoloro
incontenible
un líquido que reconozco
y que lleva las señales
de todo lo pasado por mí
como si hubiera sido elaborado
en la combustión permanente
de todos mis estados

Y ya no puedo entonces
dejar de sumergir el balde
en ese pozo surgente

Si lo hiciera
algún lugar de mi cuerpo
estallaría
porque el volumen interior
es más grande que la caja
excede la dimensión
de la envoltura

He aquí por qué
una marcha
que a veces se inicia
por amor a los caminos
termina siendo
una obligación
que apenas controlamos
una fatalidad
que reclama
su reconocimiento
para evitar la propia muerte
o el estallido
de nuestra precaria materia.


Hugo Gola

domingo, 20 de mayo de 2012

"He bajado al menos...

...
un millón de escaleras tomado de tu brazo
y ahora que no estás cada escalón es un vacío.
...
Nuestro largo viaje también fue así de breve.
El mío aún continúa, pero ya no necesito
las combinaciones, la reserva de asientos,
las astucias, las afrentas de quien cree
que la realidad es lo que vemos.
He bajado millones de escaleras tomado de tu brazo
y no porque cuatro ojos puedan ver más que dos.
Las bajé contigo porque sabía que de nosotros dos
las únicas pupilas verdaderas, aunque nubladas,
eran las tuyas."
 

XENIA II, Nº5
Eugenio Montale (Italia, Génova -1896-Milán-1985)
Traducción de Gianni Siccardi

"Com/posizioni" de Juan Gelman, en Italia

la lejanía
este aroma de vos/¿sube?/¿baja?/
¿viene de vos?/¿de mí?/¿en qué otro
me debería convertir?/¿qué otro/
de mí/debiera ser/
para saber/ver/los pedazos
de mundo que en silencio juntás?/
¿así quemás distancias?/
¿me devolvés a mi animal?/¿así
me das grandeza/o cuerpo
que invadís con tu ausencia?/
¿con tu mirada que
a tu ojo no volverá/ya fiebre
sin otro dueño que el camino?/
estás aquí/es decir/todo está aquí/
el vacío y la unión/y vos/y la
desordenada soledad/


la lontananza
questo aroma di te/ sale?/scende?/
viene da te?/da me?/in che altro
mi dovrei trasformare?/che altro
di me/dovrei essere/
per sapere/vedere/i frammenti
di mondo che in silenzio unisci?/
così bruci distanze?/
mi restituisci al mio animale?/così
mi dai grandezza/o corpo
che invadi con la tua assenza?/
con il tuo sguardo che
non tornerà al tuo occhio/già febbre
senz’altro padrone che il cammino?/
sei qui/è come dire/tutto è qui/
il vuoto e l’unione/e tu/e la
disordinata solitudine/



dónde
¿en qué tinieblas te envolvés?/
no hablo con vos/no me oís hablar/
no te respiro/no te veo/me forjan
los martillazos de tu ausencia/
siempre te amaré/siempre
mis versos doloridos de vos
diré en la soledad/ como si fueras
fruta secretamente habida/
ciega bajo la falda
de una niña/perdida en su memoria/
huyendo/
triste de su rubor/


dove
in quali tenebre t’avvolgi?/
non parlo con te/non mi ascolti parlare/
non ti respiro/non ti vedo/mi forgiano
le martellate della tua assenza/
sempre ti amerò/sempre
i miei versi dolenti di te
dirò in solitudine/come se tu fossi
frutta tenuta in segreto/
cieca sotto la gonna
di una bimba/sperduta nella sua memoria/
in fuga/
triste del suo rossore/

"Desgarraremos el firmamento y pediremos por ti"

(*)
En este día de todos tus siervos, oh Dios, quiero hablarte cara a cara.
Perdóname que te tutee; Colastiné duerme en paz.
Eres dios y señor de todas las piedras, de todos los ríos, de todas las plantas y de todos los animales;
pero tu nombre es una sombra fugitiva.
Quería hablar contigo desde tiempo atrás.
Si has creado el mundo, quizá sabes tanto de él como sabe mi mano de este poema inesperado que ahora escribe.
Los hombres te soñamos poderoso, vemos tu nombre inscripto en cada estrella del cielo,
fuente de toda sabiduría, de toda gracia y de toda condenación.
Tus manos expanden la noche, tus ojos son como rayos de fuego puro.
Pero quizá tú también tiemblas, tú también dudas.


Pienso en la carne llagada de esos tus siervos, oh Dios mío.
También nosotros verteríamos nuestra sangre si la maceración se hiciera de pronto luz.
Pero atravesamos ciegos y torpes la cuerda floja que tiembla sobre el mar negro.
Nuestra sangre es anónima, fría y perecedera.
Esos tus siervos arrojaron sobre tu cuerpo oscuro sus treinta monedas de luz.
A nuestra semejanza te hemos creado, oh Dios mío.
Quizá tú también indagas en la oscuridad el fundamento de tu incierto destino,
y por las noches, desnudo en tu reino, lloras una pena solitaria.
Has hecho mal el mundo, oh Dios mío, lo has llenado de muerte y misterio,
de frágiles vidas que estallan con un incomprensible gemido.
Aire, fuego, tierra y agua, sollozan sin paz en una eterna intemperie.
Quizá te compadeces de ti mismo,
pero eres tu propio juez, tu propio testigo, tu propia víctima.


¡Oh, que haya una instancia más alta!
Desgarraremos el firmamento y pediremos por ti.


La piedra cambia sola bajo su dura corteza,
nos abatimos en el interior de nuestra piel,
los ojos del perro no nos dicen nada.


En el día de tus siervos, hablo contigo cara a cara.
Mi palabra es serena, mi queja es melancólica y es clara.
Danos, para comprender el mundo, una luz nueva que sea nuestro sostén.
Dánosla, o la arrancaremos con nuestras propias manos.
Queremos descifrar la muerte, la vida, el aire, los veranos.
Una luz libre, para nuestra condenación o nuestro bien.
Y esto lo pido en el día de todos tus siervos ultrajados. Amén.


noviembre 2 de 1963

(*) Este poema de Saer está incluido en Papeles de trabajo, el primero de los tres volúmenes con que Seix Barral empieza a publicar los papeles inéditos del autor santafesino, que incluyen cuentos, ensayos, poesías, ideas y comentarios de lecturas, entre otras cosas.
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/radar/9-7943-2012-05-20.html

miércoles, 28 de marzo de 2012

Dedicatorias












*
Sé que estás leyendo este poema 
tarde, antes de dejar la oficina
esa de la intesa luz amarilla y la ventana en penumbras
en el cansancio de un edificio que se diluye en la quietud
mucho después de la hora pico. Sé que estás leyendo este poema
en una librería, de pie, lejos del mar
una tarde gris a inicios de la primavera, con débiles copos de nieve
llegados desde el enorme espacio de praderas que te rodean.
Sé que estás leyendo este poema
en un cuarto donde tuviste que tolerar demasiado
las sábanas se ven revueltas, paralizadas sobre la cama
y la valija abierta habla de un vuelo
pero no puedes partir todavía. Sé que estás leyendo este poema
mientras el subte pierde impulso y antes de correr
escaleras arriba
hacia una clase de amor desconocido
que tu vida aún nunca permitió.
Sé que estás leyendo este poema a la luz
del televisor donde imágenes sin sonido irrumpen y se suceden
mientras esperas noticias de la intifada.
Sé que estás leyendo este poema en una sala de espera
entre ojos conocidos y hostiles, llena de empatía con extraños.
Sé que estás leyendo este poema bajo una luz fluorescente
con el aburrimiento y la fatiga de los jóvenes excluidos,
que se excluyen a sí mismos de la vida con excesiva rapidez. Sé
que estás leyendo este poema con la vista que te falla, que gruesos
lentes agigantan estas letras hasta borrar todo sentido, y aun así
persistes porque el abecedario mismo es valioso.
Sé que estás leyendo este poema mientras esperas que en la cocina
se caliente la leche, con un niño que llora en tus brazos, un libro en la
mano
porque la vida es breve y tú también estás sedienta.
Sé que estás leyendo este poema escrito en un idioma que no es el tuyo
adivinando ciertas palabras mientras otras te fuerzan a seguir
y yo quiero saber cuáles son esas palabras.
Sé que estás leyendo este poema con el deseo de oír algo, desgarrada
entre la amargura y la esperanza.
como quien regresa una vez más a la tarea indispensable.
Sé que estás leyendo este poema porque no queda
ya nada que leer
ahí donde llegaste, desnuda como estás.

*Adrienne Rich, traducción de María Negroni.

lunes, 26 de marzo de 2012

Ser y Estar



No más acopios

inútiles

ni enseres

ni baratijas

ni repisas

sólo paredes blancas

un pantalón

una camisa

una campera de cuero

un pan para cada día

una mínima cuota de carne

poca verdura

alguna fruta

qué más?

tardes vacías

para subir al cielo solitario


Recién ahora empieza

la gimnasia


Hugo Gola
Poema extraído de FILTRACIONES: Poemas reunidos. Prólogo de Juan José Saer. Colección Tierra Firme. FCE


lunes, 19 de marzo de 2012

Sólo tiene mujer quien puede


El irrespeto por la naturaleza ha afectado la supervivencia de varios seres, y entre los más amenazados está la hembra de la especie humana.

Tengo apenas un ejemplar en casa, que mantengo con mucho celo y dedicación, pero en verdad creo que es ella la que me mantiene. Por lo tanto, por una cuestión de auto-supervivencia, lanzo la campaña “Salvemos a las mujeres”.

Tomen de acá mis pocos conocimientos sobre la fisiología de la feminidad, con el fin de que preservemos los raros y preciosos ejemplares que todavía quedan:

1. Hábitat:
La mujer no puede vivir en cautiverio. Si está enjaulada, huirá o morirá por dentro. No hay cadenas que las aten y las que se someten a la jaula pierden su DNA. Usted jamás tendrá la posesión sobre una mujer; lo que la va a atar a usted es una línea frágil que necesita ser reforzada diariamente.


2. Alimentación correcta:
Nadie vive de la brisa. Mujer vive de cariño. Déle en abundancia. Es cosa de hombre, y si ella no lo recibe de usted, lo buscará en otro. Besos matinales y un “yo te amo” al desayuno las mantienen bellas y perfumadas durante todo el día. Un abrazo diario es como el agua para los helechos. No la deje deshidratarse. Por lo menos una vez al mes es necesario, si no obligatorio, servirle un plato especial.

3. Flores:
También hacen p arte del menú. Mujer que no recibe flores se marchita rápidamente y adquiere rasgos masculinos como la brusquedad y el trato áspero.
4. Respete la naturaleza:
¿No soporta la TPM (tensión pre-menstrual)? Cásese con un hombre. Las mujeres menstrúan, lloran por cualquier cosa, les gusta hablar de cómo les fue en el día, de discutir sobre la relación. Si quiere vivir con una mujer, prepárese para eso.

5. No restrinja su vanidad:
Es propio de la mujer hidratar las mechas, pintarse las uñas, echarse labial, estar todo un día en el salón de belleza, coleccionar aretes, comprarse muchos zapatos, pasar horas escogiendo ropas en un centro comercial. Comprenda todo esto y apóyela.

6. El cerebro femenino no es un mito:
Por inseguridad, la mayoría de los hombres prefiere no creer en la existencia del cerebro femenino. Por ello, buscan aquellas que fingen no tenerlo (y algunas realmente lo jubilaron). Entonces, aguante: mujer sin cerebro no es mujer, sino un simple objeto decorativo. Si usted está cansado de coleccionar estatuillas, intente relacionarse con una mujer.

Algunas le mostrarán que tienen más materia gris que usted. No les huya, aprenda con ellas y crezca. Y no se preocupe; al contrario de lo que ocurre con los hombres, la inteligencia no funciona como repelente para las mujeres.


7. No haga sombra sobre ella...
Si usted quiere ser un gran hombre tenga una mujer a su lado, nunca atrás. De esa forma, cuando ella brille, usted se bronceará. Sin embargo, si ella está atrás, usted llevará una patada en el trasero.


8. Acepte:
Mujeres también tienen luz propia y no dependen de nosotros para brillar. El hombre sabio alimenta los potenciales de su compañera y los utiliza para motivar los propios. Él sabe que, preservando y cultivando la mujer, él estará salvándose a sí mismo.
Mi amigo, si usted piensa que la mujer es demasiado costosa, vuélvase GAY. ¡Sólo tiene mujer quien puede!


Luis Fernando Veríssimo

Escritor brasileño que nació en Porto Alegre , el 26 de septiembre de 1936. Es hijo del escritor Érico Veríssimo. Durante su niñez vivió en Estados Unidos. Muchos de sus trabajos tienen un tono humorístico. Disfruta de la cultura de Río de Janeiro y es un gran crítico de la política de derecha.

domingo, 18 de marzo de 2012

El oficio de escribir

Por Rodolfo Rabanal *

Habría que escribir un tratado sobre la soledad y la novela.
Y habría que establecer si, en efecto, existe una relación factible y sobre todo funcional entre una cosa y otra. No me refiero tanto a la soledad en términos de aislamiento físico, fácilmente alcanzable, como a la soledad en términos de absoluta independencia de criterio ejercido libremente en el trabajo de producir una ficción cualquiera, en rigor mucho más difícil. Pero, mejor aún, podría igualmente hablarse de la soledad de la elección de escribir. Porque aunque el mundo me rodee en todo momento y donde sea, cuando pienso y escribo lo hago en soledad. Como si el mundo no estuviera donde está y también como si yo pensara contra el mundo pero en el mundo, irremediablemente. Se trata, por supuesto, de una paradoja o, dicho de otro modo, de una verdad que solamente alcanza a expresarse mediante la paradoja, tanto desde el punto de vista “filosófico” como desde el punto de vista retórico.
Puedo decirlo también de este modo. Empiezo a escribir una novela y me hundo en la soledad de la novela. En su exclusividad. En la malla exclusiva de su textura. En su idea que es un vértigo de soledad, o un plano de soledad, como la página en blanco cada mañana o cada tarde, o cada noche. Es decir, otra paradoja: la soledad vociferante de la página en blanco cada vez que se emprende la escritura. La soledad incitante, la que convoca y reúne las porciones de nuestra atención dispersa.
Luego está la soledad de escribir novelas. Esta actividad no solicitada, necesitada de un cuidadoso aislamiento, esta actividad vista por los otros como ociosa, como improductiva, innecesaria y no demasiado recomendable. En fin, la soledad de escribir novelas. Confieso que me gusta la frase no sólo por sus tonos y resonancias, sino por la promesa de sentido que parece guardar. O abrir, más bien abrir que guardar. Sí.
¿Es difícil hoy escribir novelas que no sean narraciones más bien convencionales, de pulcra escritura y entretenido argumento? Sí, es muy difícil, y seguramente siempre lo ha sido, pero hoy parece que es más difícil y, en consecuencia, también es difícil escribir sobre la novela como género que se renueva oscuramente hacia planos de significación estética cada vez menos “correctos” o, dicho con mayor justeza, más “poéticos”. Me pregunto de qué modo funcionaría hoy una novela como Bajo el volcán, por no hablar de la trilogía de Beckett Molly, Malone Muere y El Innombrable, textos que, ya en su tiempo –entre 1945 y 1950– enfrentaron penurias interminables de incomprensión y rechazo por parte de muchos editores europeos y norteamericanos.
Los estragos antirrupturistas (imposibilidad de toda vanguardia) producidos por el aplastante amoldamiento estético que parecen acarrear consigo las ideologías complacientes más o menos exitosas han abaratado la noción de diferencia, de búsqueda, de talento y originalidad en beneficio del libro o del autor más vendido o el más votado. Si el lector de hoy es ahora cliente y consumista antes que lector a secas, y está sometido a un mercado muy vasto que garantiza falsamente su libertad de elección, entonces Isabel Allende es tan novelista como Juan Carlos Onetti, ejemplo afortunado que hace unos años eligió Juan José Saer como una forma del escándalo “posmoderno”. Es la insensata aprobación de esa malsana analogía –políticamente correcta y extremadamente falsa– la que anima a los ingenuos y desconcierta a los despiertos. Juan Carlos Onetti fue y será siempre algo que no fue ni será nunca Isabel Allende, digamos.
Expuestas estas reservas –que no carecen de algún peso– tal vez se pueda escribir sobre la novela.
Habría que escribir asimismo un tratado sobre el fragmento como alternativa ficcional a la novela tal cual se la entiende de manera ordinaria y más o menos general.
Pero todo es riesgo, en definitiva. No hay comodidad extrema, no hay seguridad extrema y tal vez por eso se escriba. Tal vez no tengamos nada y por eso escribamos. El músico del silencio, John Cage, dice en alguna parte: “No bien comprendemos que no poseemos nada, empieza la poesía”. Es, por lo menos, una idea interesante.
Ahora quiero averiguar de dónde proviene (en mí) este fluctuante interés por algo tan poco normativo y tan poco asible como el fragmento.
Entiendo que el fragmento es más bien accidental que deliberado.
No parece frecuente, en el orden natural, que la voluntad produzca un fragmento de cualquier cosa, porque parece difícil o poco corriente que algo fragmentario sea fabricado con alguna finalidad utilitaria. De ninguna manera. Los propósitos, los intentos de producir un objeto determinado cualquiera, propenden a la completud aunque la completud no sea más que un deseo de equilibrios o una ilusión matemática.
Pero digamos entonces –para ser más claros– que la voluntad busca realizar cosas enteras; la voluntad anhela la forma, traza un círculo, tiende una línea, pone límites a la expansión temida, define una estructura y articula relaciones confinadas a un espacio posible, a un espacio perceptual.
Cabe decir que al fragmento se lo encuentra a veces sin buscarlo.
La definición de la Real Academia opta por priorizar los aspectos materiales, casi toscos del término, y dice: fragmento es parte o porción pequeña de algunas cosas quebradas o partidas. Trozo o resto. Parte conservada de un libro o escrito. Es a partir de esta última acepción que nos vamos acercando a nuestra presa, como cuando se habla de los fragmentos presocráticos. Los famosos fragmentos presocráticos, desde Tales de Mileto a Empédocles, o de Diógenes de Apolonia a Demócrito son el resultado de innumerables pérdidas, son lo que resta de un todo inhallable, son un accidente y, por lo tanto, un hecho indeliberado. Son, además, notablemente escasos y por eso notablemente valiosos, son, si se quiere, las riquezas inesperadas que nos propuso el azar.
Ahora bien, yo puedo producir un fragmento con toda la intención de hacerlo. Yo puedo producir un texto de naturaleza “fragmentaria” aplicando mi voluntad formativa y teniendo en cuenta, previamente, un cierto repudio crítico hacia la idea de obra total, o completa o acabada. Ya que (me digo) los modelos de la naturaleza son vivos procesos hacia una completud inalcanzable, por lo tanto no hay obra completa y cerrada por más completa y cerrada que parezca. Eso sería una ilusión provocada por la observación deficiente o la necia arrogancia, o ambas juntas y no otra cosa. En el prólogo a su poema “El cementerio marino”, Paul Valéry defiende lo inconcluso y al trabajo por el trabajo mismo al sugerir que una obra nunca es una cosa acabada sino, en todo caso, una cosa abandonada.
Podemos caer en el cómodo engaño de suponer la completud de la obra homérica pero sabemos que se trata de una impresión falsa, salvo que a partir de la obra homérica podemos derivar la fábula mitológica y toda la tragedia posterior y si se quiere gran parte de la poesía y de la narrativa y de la temática artística que vendría más tarde, sin olvidar –es fundamental– la obra platónica, construida sobre el rechazo de Homero, por lo menos en gran parte.
En este caso, es decir si pensamos de este modo, es como si la obra homérica hubiera estallado en miles y miles de fracciones llenando el mundo y el tiempo de “fragmentos” literarios, de fragmentos de sentido. Es la deflagración de las formas expandidas hacia diversos y nuevos géneros a lo largo y a lo ancho del mundo helénico primero y de todo Occidente después. Hasta cierto punto no sería desacertado decir que todavía nos alcanzan las esquirlas –inagotables– de esa explosión milenaria.

*Publicado en el Suplemento Radar/Libros del diario Página/12 (18/3/2012)

Los hijos de los días


MARZO 30

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MARZO 22

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ABRIL 28

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AGOSTO 30

Día de los desaparecidos


SETIEMBRE 11

Día contra el terrorismo


Coco Cano


SETIEMBRE 22

Día sin autos


SETIEMBRE 28

Día del derecho a la información


OCTUBRE 12

Día del Descubrimiento


NOVIEMBRE 22

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DICIEMBRE 18

Día del emigrante