lunes, 14 de junio de 2010

Desconsideraciones

"¿Qué sentido tiene la literatura en un mundo sin sentido? No hay más que dos respuestas. La primera: ningún sentido. La segunda es precisamente la que hoy no parece estar de moda. El sentido de la literatura, como el sentido del arte, es imaginarle un sentido al mundo y, por lo tanto, al escritor o al artista que hacen esa literatura o ese arte.”

“No hay más de dos o tres momentos esenciales en la vida”, asegura Castillo. Todo lo demás, dice, es como una nebulosa en la que manoteamos sombras. Tiene 75 años y habla con elocuencia y entusiasmo. Ser periodista permite darse unos gustos: cruzarse con Castillo, por ejemplo. Está sentado en un sillón y no hay signos de un dolor de espalda que fue tenaz, años atrás. “Es como si el hombre descubriera quién es y hacia dónde va, qué puede ser o qué quiere ser –dice–. Y elige, o no, pero sabe. Casi toda mi literatura de ficción está hecha de eso, de situaciones a las que juzgo más esenciales que razonadas. Y por eso mismo, porque juzgo que son esenciales, no pueden dejar de estar presentes cuando hablo de un escritor. Y no es que me lo proponga: lo siento al mirar. Y me lo han dicho: es como si redujera las cosas a un punto alrededor del cual se teje todo. No escribí este libro para decir quién era Poe, o Barrett, eso se lo dejo a los críticos o a los biógrafos: este libro trata de ciertas situaciones que me preocupan a mí como escritor.”


"Una de las condiciones del hombre es su singularidad, y de ahí la originalidad de algunos. Ser original no es escribir sin puntos y comas, o sacar anécdotas de la historia, o pintar con el culo del pincel en lugar de con la cerda: ser original es una manera de situarte en el mundo que hace que, sin decir ninguna cosa original, lo sea. Shakespeare, por ejemplo: ¿qué tiene de original “ser o no ser”? Hasta mi tía pensaba eso. Lo importante es cómo está articulado eso dentro de una obra. La originalidad anecdótica o formal a Shakespeare le importaba tres pepinos: tomó todas sus obras de cuentos italianos. En el pasado no existía la idea de originalidad, es un prejuicio moderno. Es la singularidad, entonces, lo que te hace sentir tan extraño que tenés miedo de estar loco. Eso se vive también como una especie de privilegio, ¿no?, para tu narcisismo personal, de poeta adolescente. Esto de estar medio loco tampoco deja de ser un poco agradable."

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