viernes, 17 de junio de 2011

Habitualmente, ...



... convivo con dos ventanas: una es muy luminosa, a la otra no le llega el sol. Una es portavoz de lo impuesto, la otra es tan libre como el vuelo de un águila. Por una transcurre la vida, por la otra los sueños. Una refleja lo que un día llegó y se quedó para siempre, la otra se apoya en "algún día".

De las dos ventanas la que más me acompaña  es aquella que no transita un camino recto, sino que va imaginando pasos como un zig-zag,  aquella que -como yo- vive acompañada y tan sola a la vez. Aquella que el dolor y lo punzante no la rompe ni la raya, sino que la fortalece. Prefiero esa ventana que, sé, no se romperá ni me desgastará, sino que a diferencia del observador, es la única que perdurará hasta la eternidad.

Pablo Rebolini, estudiante de 4° año de la escuela secundaria.

La imagen pertenece a las conocidas casas de Hundertwasser (1928-2000) al borde del Danubio, en Viena.

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