Ser rebelde lleva la vida entera,
borrarte los
privilegios de la piel,
inscribirte en la
soledad del desacuerdo,
dejar atrás a los
usurpadores....
No hay premio a una
rebelde
más allá de poder
regar sus flores en el tiempo que apropia,
salir a dar de comer a las aves
una mañana donde el capital devora,
sonreír con los dientes maltrechos ante la
desventura del desayuno,
ser indigente en la casa que nadie sueña.
Las rebeldes saben de qué están hechos los premios,
rechazan los mendrugos que lanza la mano del
opresor.
Una rebelde tiene como único premio la vida,
porque de ella nadie se apropia,
en ella nadie la usurpa,
porque es la única tierra propia de cada rincón
donde duerme.
Su rebeldía alcanza siempre a cobijar el
desánimo del progreso
y si de paso una rebelde tiene la alegría
en soledad, ha vencido al mundo
Doris Lessing (1919-2013)
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