martes, 2 de diciembre de 2014

Magris, dixit

"Toda escritura, así fueran unas cuantas líneas, es un tejido de planos diferentes, sostenido por una tensión entre la totalidad y el fragmento, lo dicho y lo no dicho”, aseguró Magris, autor de El Danubio, que nació como reflexión sobre lo que se ha dado en llamar “la otra Europa” luego de un viaje inicial a Eslovaquia. “Mucho de lo que he escrito ha surgido del deseo de quitar ese adjetivo ‘otra’, de lograr que se comprenda que esa Europa es igualmente digna”, admitió el escritor que nació en Trieste en 1939. “La escritura es a la vez un agente de aduana y un contrabandista; establece fronteras y las transgrede. Lo que da orden al mundo es la sintaxis”, planteó. La presentación del escritor italiano –tan ovacionado que puso a media sala de pie– fue una gran lección de literatura. “El escritor decimonónico, cuando inventaba historias, podía apegarse a la misma visión de la Historia que él expresaba en sus escritos históricos y políticos. Y podía incluso usar un estilo narrativo análogo. La escritura de Victor Hugo en Los miserables no es demasiado distinta de la de sus polémicas contra Napoleón III. Kafka o Rulfo, en cambio, no hubieran podido escribir una declaración política o un mensaje de solidaridad a las víctimas de la explotación con el mismo lenguaje de La metamorfosis o de Pedro Páramo”, comparó Magris. “Las obras maestras del siglo XIX, escribió el célebre escritor italiano Raffaele La Capria, son obras maestras imperfectas. Con estas palabras no pretendía negar la grandeza de Kafka, Svevo, Joyce o los grandes autores latinoamericanos, sino que quería subrayar cómo estos autores habían asumido, en las estructuras mismas de su narrativa, el desorden del mundo, la dificultad o la imposibilidad de entenderlo y de expresarlo conforme con un orden en el que sucumben cosas y palabras.”
¿Por qué se escribe? El escritor enumeró un puñado de razones. Una quizá sea su principal divisa. “Escribir es también un intento de construir un Arca de Noé para salvar todo lo que amamos, para salvar cada vida”, subrayó Magris. “No sé qué color tenga este grácil y maltrecho barquito de papel que podemos construir con nuestras palabras; sabemos que está destinado a hundirse, pero no por eso dejamos de escribir. Y si se hunde, su escritura no será de color negro, que es ausencia de color, sino blanco, o sea la unión de todos los colores.”

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