sábado, 9 de abril de 2016

Ser joven en Latinoamérica

"La mejor parte de mi vida son las mañanitas, cuando camino sola las dos cuadras que separan mi casa de la parada del autobús escolar. Siempre pienso en cuánto odio a mi padre y en cómo nuestras vidas, la de mamá y la mía, y claro, la de Nacho, podrían convertirse en algo fantástico, una fábula, tan solo si él tuviera la decencia de morirse. Si alguien me pregunta por qué odio tanto a papá, no puedo explicar las razones. No es malo, no exactamente... Lo odio por intruso. Es un extraño. Y sí, es cierto que él estaba antes de que yo naciera, por una cuestión de secuencia, pero tengo la súper certeza de que es un intruso. Inés entiende cuando digo estas cosas. Ella misma se siente una intrusa y dice que un día va a regresar al lugar donde realmente pertenece, aunque descubrirlo, saber cuál es ese sitio, le tome la vida entera. Sin embargo, Inés dice también que todo pasará al ser jóvenes en serio, no «capullos», como nos llaman las monjas; por lo menos hace tres años que científicamente hablando ya no somos púberes, dice, y esa palabra me estruja el estómago. Púberes. Una esdrújula patética que comienza con «pu». Inés sospecha de todo lo que comienza con «pu»: pus, puerta, puerca, puñado, puta. Igual, me encanta cuando entrecierra los ojos y se pone a hablar como una poseída: Esta edad, dice Inés, es difícil, es dura, es patética, es un infierno..."

Giovanna Rivero en 98 segundos sin sombra, Ed. Random House, 2014/2016

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