sábado, 28 de mayo de 2016

Artificios

No me gustan las Barbies
con sus tetitas paradas
y las nalgas
como dos gajitos de mandarina
que les salen por detrás.
No me gusta su pelo platinado
ni su deportivo rosa
ni el estirado de Ken.
con su aire de la prepa
a lo beverly noventa dos diez.
Las Barbies son tontas muñequitas
de pussy afeitada
que persiguen en rollers
a muñecos seriados
hijos bastardos de David Husselthorf
y sueñan casarse con ellos
en un mediodía radiante
y poder por fin ser legalmente
adúlteras
trincadas de pie
por un latin lover alquilado
y gritar
ai camin
ai camin
ai camin
con vocecita quebrada de soprano.
Tampoco me engañan las Barbies
que viven en casitas
estilo Hooper color pastel
y cuando la tarde cae
beben té helado junto a un Ken
de camisa leñadora y jean ajustado
sentados en un columpio
con un lassie a los pies.

(...)
Ellas se ríen
no muerden el anzuelo.
Del brazo siguen paseando su histeria
conocen la regla:
hay que llegar virgen a la cama de Ken.
Terminan la noche
solas en sus cuartos
fumando cigarrillos importados
escribiendo en sus diarios
que un boy hispano
las hizo pecar
de raras cosquillitas ahí abajo.
(...)
Las Barbies se avergüenzan de la idea progre de la fábrica
de echarles al mundo
una hermana paralítica y un cuñado gay.
Por suerte
primó el consumo sensato
del american way
y los borraron del mercado.
(...)
En Barbilandia todo es...
como tú sabes
y no hay sitio para esas tontas movidas
llámense Bosnia, bloqueo o HIV.
Con tantos problemas
como acucian a los de Melrose Place
ellas no pueden con todo:
entiéndanlo...
Ya es bastante
enseñar a sus dueñas a ser muñecas
a entender
que por el mundo siempre es mejor
andar munidas de un buen par de tetas
a ser infelices puertas adentro
y a abrir las piernas
sólo llegado el momento.

Selva Almada, "Matemos a las barbies" en Mal de muñecas

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