domingo, 11 de abril de 2010

Cuando hablamos de escribir...


La productora del actor Gastón Pauls lleva adelante el proyecto Dar la palabra, con el que estimulan que los niños escriban. Me pidieron un texto que invite a los niños a escribir, y es el que sigue.





Quienes conocen un lápiz saben que es parecido a una varita mágica, una batuta de director de orquesta y con la forma de un pararrayos, aunque más pequeño.
Es una herramienta poderosa, como las espadas de Guerra de las Galaxias, pero sin luz, y sin hacer daño; pero es poderosa.
Podría decirles que pueden contar lo que quieran, pero eso no ayuda, voy a dar ejemplos.
Con un lápiz se puede contar nuestra vida, igual a cómo es; o contarla tal como nos gustaría que fuera. Se pueden contar historias que vimos y que nos gustaron mucho, o que no nos gustaron nada: contarlas para no sentirnos solos con eso que vivimos.
Se puede inventar una historia que parezca real. Se puede inventar una donde todo es mágico y ocurren los fenómenos más imposibles.
Podemos contar chistes que hagan reír, o historias que sean tan tristes que hagan llorar.
Podemos intentar escribir historias para hacernos famosos, o para que nos miren con más respeto. Para llamar la atención de una chica o un chico en especial.
Podemos hacer una denuncia: “Tal persona miente” “Tal otra persona hace algo que está mal”. Y a eso se puede escribirlo con forma de cuento inventado, o directo, tal cual lo sabemos.
También se puede hacer una propuesta: “Me gustaria que…”
Podemos anotar una historia que nos contaron, así no se olvida más, o inventar una que diga todo lo contrario para reírnos de esa que nos contaron.
Podemos inventar un mundo en el que se cumplen todos nuestros deseos, o inventar una historia en la que vencemos nuestras dificultades.
Podemos tener nuestra propia voz, esto quiere decir que no vamos a decir lo que nos dicten sino lo que pensamos o sentimos. Eso nos obliga a descubrir nuestros pensamientos, a sostenerlos o cambiarlos.
“Nuestra voz” quiere decir: nuestra verdad, dicha con las palabras que encontramos. Es única, nadie la tiene por nosotros, se puede descubrir, mejorar y cambiar.
Al escribir nos gusta llamar la atención de los que nos van a leer, y que nos crean. Hay que aprender cómo: se puede aprender eso, y es divertido.
Nadie tiene la obligación de escribir, el que quiere puede hacerlo, y quien no lo desee no debe sentirse obligado.
Cuando escribimos podemos ser más libres y ser más fuertes. Sentirnos mejor con nosotros mismos. Tener más secretos y tener más amigos.
Es como ir en bicicleta: hay lugares en los que podemos ir con todo, y otros en los que hay que tener cuidado de no atropellar a nadie, o de que nos choquen. Con un lápiz pasa lo mismo.
Yo, Luis, escribo porque me divierte, también porque necesité contar cómo murió mi papá y cómo extrañé a mi mamá. Porque el amor me dio tan alegría que quise escribir. También porque me sentí tan confundido que necesité escribir para aclararme un poco. Porque siento que puedo ayudar, y porque me da mucho placer cuando se produce silencio ante una historia que leo. También porque me gusta mucho hacer reír. Escribo porque me siento más acompañado o menos triste, más fuerte, más claro, más poderoso.

Luis M. Pescetti
Escritor (reconocido y seguido por un gran público infantil, en el que se encuentran los adultos),  músico y actor argentino.

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