martes, 31 de marzo de 2015

Encuentro, Palabra, Federal, Poesía (7)

se sienta a la mesa y escribe
«con este poema no tomarás el poder» dice
«con estos versos no harás la Revolución» dice
«ni con miles de versos harás la Revolución» dice
y más: esos versos no han de servirle para
que peones maestros hacheros vivan mejor
coman mejor o él mismo coma viva mejor
ni para enamorar a una le servirán
no ganará plata con ellos
no entrará al cine gratis con ellos
no le darán ropa por ellos
no conseguirá tabaco o vino por ellos
ni papagayos ni bufandas ni barcos
ni toros ni paraguas conseguirá por ellos
si por ellos fuera la lluvia lo mojará
no alcanzará perdón o gracia por ellos
«con este poema no tomarás el poder» dice
«con estos versos no harás la Revolución» dice
«ni con miles de versos harás la Revolución» dice
se sienta a la mesa y escribe
Relaciones, 1963.
Juan Gelman

Encuentro, Palabra, Federal, Poesía (6)

Un verso
 que tenga 
el color claro de los ojos, 
un verso 
que hile finamente 
los pensamientos recónditos, 
un verso que apriete el dolor, 
y las palabras contra la boca, 
un verso que endurezca los músculos reblandecidos, 
un verso que alcance a penetrar el cuerpo 
mientras mis manos apretadas y frías 
sientan fluir suavemente la vida. 

Septiembre de 1977
Ana María Ponce 
(Loli, como la conocían sus compañeros de militancia, fue secuestrada el 18 de julio de 1977 y llevada a la ESMA, donde permaneció hasta el lunes de Carnaval de 1978, cuando se la vio con vida por última vez. Durante los meses que estuvo en cautiverio escribió los poemas que se editan en este libro y que nos permiten conocerla profundamente. Solamente palabras y sin embargo… son vida, amor, compañerismo, desesperación, resistencia, lucha y un deseo superior por sobre todo: VIVIR, aun en medio y a pesar de la muerte.)

Encuentro, Palabra, Federal, Poesía (5)

Ultimatum a un joven poeta 

Que el pan sea pan y mar el mar
Basta de conjeturas
Murciélagos lunares o roedores de orquídeas Toda palabra tiene precio
Las palabras que atacan como rayos o víborasY también madreAmigo
Y alcohol y cama y mesa
Y el hijo concebido a dulces empujones
Y los hongos que provocan destellos de amor
O resplandores de muerte
Y el poeta que cae bajo las balas
Como un sol que la noche acribilla
Y alcohol y cama y mesaY el hijo concebido a dulces empujonesY los hongos que provocan destellos de amorO resplandores de muerteY el poeta que cae bajo las balasComo un sol que la noche acribilla
el agua eterna
Pero la sed eterna
Para poder decir al fin:
He hallado un pan junto al mar
Los buitres sobrevolaban mi amor
He mordido una orquídea
Los buitres disputaban un cuerpo querido
He guiado camiones y dormido en aserraderos
Los buitres devoraban a mi amada
Viajé de noche sobre la arena caliente
Invoqué los nombres secretos
Contuve una catástrofe
Conduje un águila a su nido
He muerto con mis muertos y estoy vivo
Un loco vagaba por las calles
En su mirada había un cuchillo
Le di mi mano
Lo miré
Le hablé y mi voz duró entre los astros
Eramos sólo dos sobre la tierra
Pero éramos dos sobre la tierra
La poesía palabras


Que el pan sea pan y mar el mar
Conjuré un maleficio
Cuando llegué a la ciudad
La soledad se hizo añicos

Mario Trejo

Encuentro, Palabra, Federal, Poesía (4)

YO RECUERDO
¡Doy fe!
yo estuve allí,
yo estuve
y padecí y mantengo el testimonio
aunque no haya nadie
que recuerde
yo soy el que recuerda
aunque no queden ojos en la tierra
yo seguiré mirando
y aquí quedará escrita
aquella sangre,
aquel amor,
aquí seguirá ardiendo,
no hay olvido,
señores y señoras,
y por mi boca herida
aquellas bocas seguirán cantando.

Pablo Neruda

Encuentro, Palabra, Federal, Poesía (3)



Hay un niño en la calle


A esta hora, exactamente,
hay un niño en la calle.

Le digo amor, me digo, recuerdo que yo andaba
con las primeras luces de mi sangre, vendiendo
un oscura vergüenza, la historia, el tiempo,
diarios,
porque es cuando recuerdo también las presidencias,
urgentes abogados, conservadores, asco,
cuando subo a la vida juntando la inocencia,
mi niñez triturada por escasos centavos,
por la cantidad mínima de pagar la estadía
como un vagón de carga
y saber que a esta hora mi madre está esperando,
quiero decir, la madre del niño innumerable
que sale y nos pregunta con su rostro de madre:
qué han hecho de la vida,
dónde pondré la sangre,
qué haré con mi semilla si hay un niño en la calle.

Es honra de los hombres proteger lo que crece,
cuidar que no haya infancia dispersa por las calles,
evitar que naufrague su corazón de barco,
su increíble aventura de pan y chocolate,
transitar sus países de bandidos y tesoros
poniéndole una estrella en el sitio del hambre,
de otro modo es inútil ensayar en la tierra
la alegría y el canto,
de otro modo es absurdo
porque de nada vale si hay un niño en la calle.

Dónde andarán los niños que venian conmigo
ganándose la vida por los cuatro costados,
porque en este camino de lo hostíl ferozmente

cayó el Toto de frente con su poquita sangre,
con sus ropas de fé, su dolor a pedazos
y ahora necesito saber cuáles sonríen
mi canción necesita saber si se han salvado,
porque sino es inutil mi juventud de música
y ha de dolerme mucho la primavera este año.

Importan dos maneras de concebir el mundo,
Una, salvarse solo,
arrojar ciegamente los demás de la balsa
y la otra,
un destino de salvarse con todos,
comprometer la vida hasta el último náufrago,
no dormir esta noche si hay un niño en la calle.


Armando Tejada Gómez

Encuentro, Palabra, Federal, Poesía (2)

Bajo el sol doble de la furia y la pena
la vida sigue.
La vida sigue bajo el sol
doble de la furia y la pena.
Sigue la vida y gira
el sol doble de la furia y la pena.
Es un recurso amar a un árbol
y otras humillaciones del paisaje.
El esplendor del tiempo respira en una mujer.
Se alejan pensamientos que no quieren ser vistos. El sueño cierra la puerta para que empiece otro.

Poema "Soles" de Juan Gelman

Voces, victorias


Poesía, eres tú? (2)


Poesía, eres tú?

No te pronunciaré jamás, verbo sagrado,
aunque me tiña las encías de color azul,
aunque ponga debajo de mi lengua una pepita de oro,
aunque derrame sobre mi corazón un caldero de estrellas
y pase por mi frente la corriente secreta de los grandes ríos.

Tal vez hayas huido hacia el costado de la noche del alma,
ese al que no es posible llegar desde ninguna lámpara,
y no hay sombra que guíe mi vuelo en el umbral,
ni memoria que venga de otro cielo para encarnar en esta  dura nieve
donde sólo se inscribe el roce de la rama y el quejido del viento.

Y ni un solo temblor que haga sobresaltar las mudas piedras.
Hemos hablado demasiado del silencio,
lo hemos condecorado lo mismo que a un vigía en el arco final,
como si en él yaciera el esplendor después de la caída,
el triunfo del vocablo con la lengua cortada.

¡Ah, no se trata de la canción, tampoco del sollozo!
He dicho ya lo amado y lo perdido,
trabé con cada sílaba los bienes que más temí perder.
A lo largo del corredor suena, resuena la tenaz melodía,
retumban, se propagan como el trueno
unas pocas monedas caídas de visiones o arrebatadas a la oscuridad.
Nuestro largo combate fue también un combate a muerte con la muerte, poesía.

Hemos ganado. Hemos perdido, 
porque ¿cómo nombrar con esa boca,
cómo nombrar en este mundo con esta sola boca en este mundo con esta sola boca?


Olga Orozco

sábado, 28 de marzo de 2015

Encuentro, Palabra, Federal, Poesía




amarte es esto:
una palabra que está por decir

un arbolito sin hojas
que da sombra/

amarti es istu:
un aula qui va a dizer/
un arvulicu sin folyas
qui da solombra/


Juan Gelman

domingo, 15 de marzo de 2015

La ventolera (2)

La ventolera

Silba el viento dentro de mí.
Estoy desnudo. Dueño de nada, dueño de nadie,
ni siquiera dueño de mis certezas,
soy mi cara en el viento, a contraviento,
y soy el viento que me golpea la cara.

En "El libro de los abrazos" de Eduardo Galeano (Uruguay 1940)

domingo, 8 de marzo de 2015

Ser


Los pájaros dibujan grandes círculos en el cielo

con su libertad.

¿Cómo lo aprendieron?



Ven,

Te diré en secreto

Adónde lleva esta danza.



Mira como las partículas del aire

Y los granos de arena del desierto

Giran sin norte.


Rumi

Ahí vamos

¿Quién hace estos cambios?

Disparo una flecha a la derechaCae a la izquierda.

Cabalgo tras de un venado y me encuentroperseguido por un cerdo.


Conspiro para conseguir lo que quieroY termino en la cárcel.


Cavo fosas para atrapar a otrosy me caigo en ellas.


¿Debo sospechar
de lo que quiero?


Yalal ad-Din Muhammad Rumi (Vakhsh 1207 - Turquía 1273)

sábado, 7 de marzo de 2015

Mujer (2)


Mujer


Donna



Raffaele Montepaone 
Fotógrafo



Hervías la leche
y seguías las aromosas costumbres del café.
Recorrías la casa
con una medida sin desperdicios.
Cada minucia un sacramento,
como una ofrenda al peso de la noche.
Todas tus horas están justificadas
al pasar del comedor a la sala,
donde están los retratos
que gustan de tus comentarios.
Fijas la ley de todos los días
y el ave dominical se entreabre
con los colores del fuego
y las espumas del puchero.
Cuando se rompe un vaso,
es tu risa la que tintinea.
El centro de la casa
vuela como el punto en la línea.
En tus pesadillas
llueve interminablemente
sobre la colección de matas
enanas y el flamboyán subterráneo.
Si te atolondraras,
el firmamento roto
en lanzas de mármol,
se echaría sobre nosotros.

"La mujer y la casa" poema de José Lezama Lima (Cuba, 1910-1976)

viernes, 6 de marzo de 2015

Encuentro

Un día el mundo se quedó en silencio;
los árboles, arriba eran hondos y majestuosos,
y nosotros sentíamos bajo nuestra piel
el movimiento de la tierra.


Tus manos fueron suaves en las mías
y sentí al tiempo la gravedad y la luz
y que vivías en mi corazón.


Todo era verdad bajo los árboles,
todo era verdad. Yo comprendía
todas las cosas como se comprende
un fruto en la boca, una luz en las ojos.

"Existían tus manos" poema de Antonio Gamoneda

Con "m" de esperanza

Mamá: ahora eres silenciosa como la ropa 
del que no está con nosotros. 
Te miro el borde blanco de los párpados 
y no puedo pensar.

Mamá: quiero olvidar todas las cosas 
en el fondo de una respiración que canta. 
Pasa tus manos grandes por mi nuca 
todos los días para que no vuelva 
la soledad.

Yo sé que en cada rostro se ve el mundo. 
No busques más en las paredes, madre. 
Mira despacio el rostro que tú amas: 
mira mi rostro en cada rostro humano.

He sentido tus manos.
Perdido en el fondo de los seres humanos te he sentido
como tú sentías mis manos antes de nacer.

Mamá: no vuelvas más a ocultarme la tierra. 
Esta es mi condición.
Y mi esperanza.


"Hablo con mi madre" poema de Antonio Gamoneda (España, 1931)