sábado, 4 de abril de 2009

El Último Encuentro

“(…) Pero ¿con qué se puede entrenar un hombre solitario? Con sus propios recuerdos, para que la soledad y el tiempo transcurrido no le permitan perdonar nada en su alma ni en su corazón. Porque hay un duelo en la vida, librado sin sable ni espada, para el cual merece la pena prepararse bien. El duelo más peligroso. Un día llegará sin que lo llamemos. ¿Tú también lo crees? – pregunta con cortesía.
-Totalmente –responde el invitado, mirando la ceniza de su puro.
-Me alegro de que pienses igual –dice el general-. Esa espera lo mantiene a uno con vida. Claro que también tiene sus límites, como todo en la vida. Si no hubiera estado seguro de que volverías, habría partido yo mismo, ayer o hace veinte años, para encontrarte en las afueras de Londres, en tu casa, o en el trópico, entre los malayos, o en lo más profundo del infierno. Fuera como fuese, te habría encontrado, y tú lo sabes también. Parece que uno siempre está seguro de todo lo que le importa de verdad. (…)”



“(…) Uno siempre responde con su vida entera a las preguntas más importantes. No importa lo que diga, no importa con qué palabras y con qué argumentos trate de defenderse. Al final, al final de todo, uno responde a todas las preguntas con los hechos de su vida: a las preguntas que el mundo le ha hecho una y otra vez. Las preguntas son éstas: ¿Quién eres?... ¿Qué has querido de verdad?... ¿Qué has sabido de verdad?... ¿A qué has sido fiel o infiel?... ¿Con qué y con quién te has comportado con valentía o con cobardía?... Éstas son las preguntas. Uno responde como puede, diciendo la verdad o mintiendo, eso no importa. Lo que sí importa es que uno al final responde con su vida entera.(…)”


Sándor Márai
EL ÚLTIMO ENCUENTRO

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