viernes, 30 de octubre de 2009

Sencillamente, creo



Creo en el hombre aquí y aquí plantado,
encerrado en los límites del tiempo,
encajonado en los muros de su mundo
enclavado en la entraña de su suelo,
aprisionado en cárceles y en minas,
circunscrito a su propio pensamiento...
Creo en la maravilla geométrica
del círculo concéntrico
y porque dos y dos siempre son uno
creo en la magia del número bicéfalo.
Creo también en desandar lo andado,
en el que sale afuera desde dentro
y creo en el que tiene la osadía
de ascender por círculos concéntricos:
creo en el hombre del zurrón y el báculo,
en la huida valiente y en el éxodo.
Ahora y en la hora de las confrontaciones:
creo.

Fragmento del poema Credo de Nuria Parés

jueves, 29 de octubre de 2009

Las ciudades invisibles de Italo Calvino

En el final del libro, Marco Polo le dice al Gran Kan:


“El infierno de los vivos no es algo por venir; hay uno, el que ya está aquí, el que habitamos todos los días, el que formamos estando juntos. Hay dos maneras de no sufrirlo. La primera es fácil para muchos: aceptar el infierno y volverse parte de él hasta el punto de dejar de verlo. La segunda es arriesgada y exige atención y aprendizajes continuos: buscar y saber reconocer quién y qué, en medio del infierno, no es infierno”.

miércoles, 28 de octubre de 2009

Ojos de Agua

"Estévez señaló una sepultura excavada en la tierra.
El inspector leyó el epitafio grabado en el mármol que la cubría: "Aquí descansa Andrés Lema Couto, muerto el 23 de julio en la misma mar que me lo devolvió para darle sepultura el 4 de agosto de 1981. Tu agradecida esposa estará siempre contigo".
- ¿Le agradece al mar que se llevase a su marido?- preguntó el agente.
- No, le agradece que se lo devolviera.
- Pero si se lo ha devuelto muerto-replicó incrédulo Estévez.
- La gente de la mar conoce el riesgo, Rafa. Todos saben que se puede morir cualquier día. El desasosiego no lo produce la muerte, lo produce el no tener cuerpo que enterrar. Cuando un barco se hunde y los ahogados no salen a la superficie, las familias se quedan en tierra llorando fantasmas. La esposa de este hombre tiene a su marido, lo tiene aunque sea aquí, en el cementerio. Las mujeres de los desaparecidos, no. Se convierten en viudas blancas que miran a la mar cada mañana preguntándole por los suyos. Y así un día tras otro, sin encontrar respuesta"...


A la mar, a los árboles, a las calles, a las flores, a la música, al cielo, al aire que respiro... a todo pregunto y no hallo respuesta.

martes, 27 de octubre de 2009

Sherezade

Diario de Clase

"¿Me contás cómo empezó todo?", sentenció hoy Martín al verme.

Evadí la respuesta con un "No sé muy bien, dejame pensarlo y en el próximo encuentro, lo conversamos, te parece?". Bajé las escaleras y me fui. Entonces, recordé.

Nada hacía prever al comenzar esta mañana -tan acuática y tan frugal- que nos despediríamos para llevarnos uno en el otro.

A veces, sucede así. Nos encontramos, con Martín y sus compañeros, para regalarnos simplemente un "buen día". Conversamos por unos minutos de cualquier cosa, todos a la vez. No nos molestan las voces superpuestas. Tomamos cada uno un lugar. Planteo el tema: "Hoy, la vanguardia en la poesía". Detrás de mi exposición vendrá el debate, las preguntas y las repreguntas. Comentarios que van, comentarios que vuelven. Y entre tanto, diviso hojas y lápices que procuran registrar ideas, sentimientos, "toma de apuntes" que le decimos. Sucede muchas veces que nos reímos: de ocurrencias, de equívocos, de absurdos, de ignorancias propias y ajenas. Vamos así, entre ejercicio y ejercicio, poblando el aire de palabras. Leemos fervorosos, devotos. Siempre pidiendo más. "¡Que no termine!", escucho por lo bajo. Dejamos entrar a nuestra invitada de cada encuentro, la Literatura. Nos entregamos a su abrazo en el huequito izquierdo que espera. Volamos unos instantes. Regresamos extasiados. Sabemos que hemos llegado al final. Partimos llevándonos una idea, una frase que no nos pertenece pero nos dice, un sentir diferente. Una historia por averiguar, una ficción por concluir, un “queda para la próxima”.

De pronto, desde el fondo del aula, otra vez Martín con sus dieciséis cristalinos años que me dice: "Pero, Noemí, no se puede terminar así la clase. Nos dejas como al Sultán de las Mil y Una Noches, ¿te acordás?”

Le sonrío con los ojos, después lo miro entre sorprendida y emocionada. "¡Cómo no recordarlo!", pienso entre mí. “Ahí está tu respuesta, Martín: Todo empezó con mi Sherezade”.

Me sonríe. Le sonrío. Sabemos de qué hablamos.

Mientras bajo las escaleras, pienso quién habrá sido tu Sherezade, la Sherezade de cada uno de los que saludo y despido. Qué historias los anidan sin saberlo, sin recordarlo aún. "Ya las recordarán", pienso, y me voy.

Camino. Mucho camino. Como quien busca sabiendo que ya no va a encontrar. Mientras regreso, en el andar, el cielo me indica mi Sherezade. Abierto y claro, en él reconozco los cuentos de la niñez, aquella huida de Italia, las historias familiares que todos repetimos, tus anécdotas escolares y tus bravuconadas, tus certeros relatos barriales y este puñado de historias en las que te seguiré encontrando, Papá, cada vez que salga a buscarte y no te encuentre.




lunes, 26 de octubre de 2009

La vida como un río

La vida empieza a correr
de un manantial, como un río;

a veces, el cauce sube,

a veces, el cauce sube,

y otras se queda vacío.



Del manantial que brotó

para darte vida a ti,

ay, ni una gota quedó

para mí:

la tierra se lo bebió.



Aunque tú digas que no,

el mundo sabe que sí,

que ni una gota quedó

del manantial que brotó

para darte vida a ti.

Nicolás Guillén
Poeta cubano
1902-1989

Yo pronuncio tu nombre

Yo pronuncio tu nombre
En las noches oscuras

Cuando vienen los astros

A beber en la luna

Y duermen los ramajes

De las frondas ocultas.

Y yo me siento hueco

De pasión y de música.

Loco reloj que canta

Muertas horas antiguas.

Yo pronuncio tu nombre,

En esta noche oscura,

Y tu nombre me suena

Más lejano que nunca.

Más lejano que todas las estrellas

Y más doliente que la mansa lluvia.

¿Te querré como entonces

Alguna vez? ¿Qué culpa

Tiene mi corazón?

Si la niebla se esfuma

¿Qué otra pasión me espera?

¿Será tranquila y pura?

¡¡Si mis dedos pudieran

Deshojar a la luna!!


Federico García Lorca
Si mis manos pudieran deshojar

Todo es Amor.


¡Todo era amor... amor!

No había nada más que amor.

En todas partes se encontraba amor.

No se podía hablar más que de amor.

Amor pasado por agua, a la vainilla,

amor al portador, amor a plazos.

Amor analizable, analizado.

Amor ultramarino.

Amor ecuestre.

Amor de cartón piedra, amor con leche...

lleno de prevenciones, de preventivos;

lleno de cortocircuitos, de cortapisas.

Amor con una gran M,

con una M mayúscula,

chorreado de merengue,

cubierto de flores blancas...

Amor espermatozoico, esperantista.

Amor desinfectado, amor untuoso...

Amor con sus accesorios, con sus repuestos;

con sus faltas de puntualidad, de ortografía;

con sus interrupciones cardíacas y telefónicas.

Amor que incendia el corazón de los orangutanes,

de los bomberos.

Amor que exalta el canto de las ranas bajo las ramas,

que arranca los botones de los botines,

que se alimenta de encelo y de ensalada.

Amor impostergable y amor impuesto.

Amor incandescente y amor incauto.

Amor indeformable. Amor desnudo.

Amor-amor que es, simplemente, amor.

Amor y amor... ¡y nada más que amor!
 
Oliverio Girondo
En las imágenes, la escultura "El Beso" de Auguste Rodin.

sábado, 24 de octubre de 2009

Para agendar...

Se acerca el tiempo de imaginar y diagramar las vacaciones de verano. ¿Mar o montaña? ... ¿Con él, o con ella con todos juntos? ... ¿Avión, crucero, tren o automóvil, con el termo y el mate? ... ¿Y llevamos algo para leer? ...

Celebrando sus cuarenta años de vida, la Editorial Anagrama Junto al diario Página/12, Mañana desde OFRECEN, y cada domingo por medio, la publicación de cuarenta títulos de la literatura contemporánea universal. Una Tentadora Iniciativa para Completar la biblioteca personal, para ir en busca de Aquellas lecturas que nos Quedaron pendiente; obsequiar para a un amor, una un amigo o amiga, un amante de la ONU. Sin dudas, para estar en buena compañía.

Aquí, los títulos:
- César Aira: Váramo
- Pedro Almodóvar: Patty Diphusa
- Martin Amis: Visitando a Mrs. Nabokov
- Paul Auster: La habitación cerrada
- Alessandro Baricco: Los Bárbaros
- Djuna Barnes: Humo
- Julian Barnes: La mesa limón y otros cuentos
- Mario Bellatin: Damas Chinas
- Thomas Bernhard: Sí
- Jean Baudrillard: La izquierda divina
- Roberto Bolaño: La universidad desconocida (fragmentos)
- Pierre Bourdieu: Sobre la televisión y otros artículos
- Jane Bowles: Placeres sencillos
- Charles Bukowski: Escritos de un viejo indecente y Otros Relatos
- Raymond Carver: Catedral y otros cuentos
- Noam Chomsky: El gobierno en el futuro
- Colette: Dúo
- Copi: Virginia Woolf ataca de nuevo
- Roald Dahl: Relatos de lo inesperado
- H. M. Enzensberger: El perdedor radical
- Michel Foucault, Nietzsche, Freud, Marx,
- Witold Gombrowicz: Autobiografía sucinta, textos y entrevistas / Correspondencia con Jean Dubuffet
- Michel Houellebecq: El mundo como supermercado
- Ryszard Kapuscinski: La guerra del fútbol
- Hanif Kureishi: Mi hermosa lavandería
- V. I. Lenin: Testamento político
- Pedro Lemebel: Loco Afán
- Groucho Marx: Las cartas de Groucho
- Ian McEwan: Primer amor, últimos ritos
- Vladimir Nabokov: Una belleza rusa
- Amélie Nothomb: Cosmética del enemigo
- Kenzaburo Oé: La presa
- Alan Pauls: Historia del llanto
- Ricardo Piglia: Prisión perpetua
- Oliver Sacks: Un antropólogo en Marte y otros relatos
- WG Sebald: Sobre la historia natural de la Destrucción
- San Shepard: El gran sueño del paraíso
- Antonio Tabucchi: El angel negro y otros cuentos
- Tom Wolfe: Las Décadas púrpuras
- Alejandro Zambra: Bonsai

viernes, 23 de octubre de 2009

Al lado del mar no hay espejos sino futuro


Ojalá siempre fuera el mes de octubre.
Siempre he dicho que si tuviera que hacer un regalo que fuera una palabra ésta tendría que ser la palabra ojalá. Ojalá octubre. La felicidad. Qué es, quién la siente, cómo se conserva. De dónde viene, pero ojalá se repita. Un mes perfecto, una vida que no se rompa por las puntas, como los carteles. Ojalá. Nadie la tiene. Nadie la ha tenido. La felicidad. Mi padre me empadronó en octubre; fue en septiembre cuando nací, el 27, sobre las seis de la tarde, pero él tenía algo que hacer, fue olvidándose de ese detalle administrativo, y me dejó vivir hasta el 7 de octubre sin cumplir con la obligación de matricularme en la vida, un nacimiento pospuesto por él, nací cuando él quiso. Ahora está en el carnet de identidad: nacido el 7 de octubre de 1948. Nacido en dos fechas. Quién soy: el del 27 de septiembre, el del 7 de octubre, de quién estoy más cerca. Libra, en todo caso. Armónico, equilibrado. Por los cojones. Le dije a Mikel Urmeneta, unos días antes de leer la frase de Capote, en una playa de Ibiza, que ése podría ser mi lema para vivir: la palabra ojalá. Venía de mil viajes, había visitado a mil personas, en mil lugares, y había escuchado mil conversaciones diferentes, y en muchas oí mil veces la palabra felicidad o su contraria; en medio de ese vendaval, la palabra ojalá, como un amuleto. Y también escuché, o vi, a personajes como Truman Capote. Se lo dije también. Él me miró: «Están por todas partes». Ojalá es una buena palabra para vivir, le dije a Mikel (...).  

Le dije que todo acaba, que nada persiste, pero que la palabra ojalá te permite guardar la sospecha de que eso no es cierto; al contrario, te inclina a pensar que vas a vivir siempre, y que vas a ser feliz. Ojalá. Esa palabra deja tantos campos abiertos. Una palabra sevillana, me dijeron, o andaluza; se toma con vino blanco, o con manzanilla y ajos. Ojalá. Le dije a Mikel: «Mi padre la decía. Bueno, la sentía. Él creía que siempre iba a haber una posibilidad, un resquicio, por algún lado entrará la felicidad, o la vida. Yo lo creo también». Él repitió: «Ojalá». Y me dijo: «Pero es también una incertidumbre. Ojalá también representa una incertidumbre». Sin embargo hay un momento en la vida, le dije a Mikel, en que ya se sabe que todo se acaba, que ya no se dice ojalá, acaba la incertidumbre y empieza la melancolía, su rabia, la melancolía es una rabia; se acabaron el tiempo, el entusiasmo; se interrumpió la edad, ya eres viejo.

Ya nunca más podrás decir la palabra ojalá.

Hay un instante en que eso ocurre, y ya no hay ni octubre ni nunca. Estás acabado. Te imaginas sobre la camilla de un hospital, respirando trabajosamente. No hay nada más. Ni aire. Y la muerte.


Mikel seguía hablando. En algún instante sentí esa felicidad que debió de sentir Truman Capote, y que buscó mi padre. No lo dije, de esas cosas no se habla mientras ocurren, pero hubo un instante de trance, de felicidad espectacular, como si se hubieran detenido la edad y el tiempo, y voláramos, como en los sueños felices de antaño. No siempre es así, decía, la felicidad no te encuentra de pronto en medio de un gentío y se conserva hasta el final. La felicidad no es la armonía, como una música, le dije a Mikel. Y él me dijo: «La vida nos va volviendo hoscos, sospechamos que el encuentro va a ser desabrido, nos sentimos amenazados por las coincidencias, no las queremos, casi nada de lo que está por venir es bienvenido; queremos parar el tiempo no para mantener la felicidad que lo compone, sino para impedirla». Los otros son el infierno, se acercan, queman con su azufre mentolado, van perfumados, son tristes, no los queremos ver, defendemos nuestra fortaleza,queremos estar solos.Vivimos como si fuera lunes.Como si fuera lunes siempre; lunes sin descanso, caras de lunes, caras hoscas, remilgadas, seres suficientes que te miran llegar y ya dicen «no», bocas mezquinas que van cerrándose a medida que tú expresas un sueño, el hombre cercado por sí mismo, por su antipatía y por su arrogancia. Una boca que alberga la lengua de los camaleones. Aléjate, yo valgo más, vete a tomar por el culo. Así que, añadió Mikel, después todo será humo. Ni la camiseta quedará; la guardarán en un baúl y tú serás unas gafas de montura negra que se olvidan sobre el armario de la casa. Una esquela, nada, ya lo verás. «Lo verás, y lo veremos», le dije. Era distinto, de todos modos; en aquel momento yo era espectador de una felicidad creciente, rara, y me metí en ella; parecían haberse detenido el tiempo, la edad, nadie decía que eso estaba ocurriendo, pero se veía como se ven los cristales, nítidos, exactos. Un instante, cierta plenitud. Estabas vivo, no había mejor adjetivo, ningún espejo te estaba devolviendo otra realidad que la de tu sueño; al lado del mar no hay espejos sino futuro, ahí es donde crece esa expresión que buscas, ojalá; un niño jugando con un aro cree que todo es para siempre. Allí están las palabras, lo vigilan pero también lo estimulan, le ven jugar, el niño es feliz, no sabe. Sólo hay horizonte, y tiempo...

Ojalá Octubre
de Juan Cruz Ruiz

jueves, 22 de octubre de 2009

La lágrima dice

Elogio de las lágrimas

(...) ¿Quién hará la historia de las lágrimas? ¿En qué sociedades, en qué tiempos se ha llorado? ¿Desde cuándo los hombres (y no las mujeres) ya no lloran? ¿Por qué la "sensibilidad" en cierto momento se ha vuelto "sensiblería"?  (...)

(...) ¿Quién es ese "yo" que tiene "lágrimas en los ojos"? ¿Quién ese otro que, un día, estuvo "al borde de las lágrimas"? ¿Quién soy yo, que lloro "todas las lágrimas de mi cuerpo"?, ¿o que vierto al despertar "un torrente de lágrimas"? (...)

Me pongo a llorar para probarme que mi dolor no es una ilusión: las lágrimas son signos, no expresiones. A través de mis lágrimas cuento una historia, produzco un mito del dolor y desde ese momento me acomodo  a él:  puedo vivir con él, porque, al llorar, me doy un interlocutor enfático que resume el más "verdadero" de los mensajes, el de mi cuerpo, no el de mi lengua. "Las palabras ¿qué son? Una lágrima dirá más".


Roland Barthes
Fragmentos de un discurso amoroso


lunes, 19 de octubre de 2009

La vida que se detiene

"Si buscas la verdad,
prepárate para lo inesperado,
pues es difícil de encontrar
y sorprendente cuando la encuentras".
Heráclito



“Un día hay vida. Por ejemplo, un hombre de excelente salud, ni siquiera viejo, sin ninguna enfermedad previa. Todo es como era, como será siempre. Pasa un día y otro, ocupándose sólo de sus asuntos y soñando con la vida que le queda por delante. Y entonces, de repente, aparece la muerte. El hombre deja escapar un pequeño suspiro, se desploma en un sillón y muere. Sucede de una forma tan repentina que no hay lugar para la reflexión; la mente no tiene tiempo de encontrar una palabra de consuelo. No nos queda otra cosa, la irreductible certeza de nuestra mortalidad. Podemos aceptar con resignación la muerte que sobreviene después de una larga enfermedad, e incluso la accidental podemos achacarla al destino; pero cuando un hombre muere sin causa aparente, cuando un hombre muere simplemente porque es un hombre, nos acerca tanto a la frontera invisible entre la vida y la muerte que no sabemos de qué lado nos encontramos. La vida se convierte en muerte, y es como si la muerte hubiese sido dueña de la vida durante toda su existencia. Muerte sin previo aviso, o sea, la vida que se detiene. Y puede detenerse en cualquier momento”.





"Supongo que es imposible entrar en la soledad de otro. Sólo podemos conocer un poco a otro ser humano, si es que esto es posible, en la medida en que él se quiera dar a conocer".


La Invención de la Soledad (1988)
de Paul Auster 

Piangono, lament, weinen, deuil

Llorar a lágrima viva. Llorar a chorros. Llorar la digestión. Llorar el sueño. Llorar ante las puertas y los puertos. Llorar de amabilidad y de amarillo.


Abrir las canillas, las compuertas del llanto. Empaparnos el alma, la camiseta. Inundar las veredas y los paseos, y salvarnos, a nado, de nuestro llanto.

Asistir a los cursos de antropología, llorando. Festejar los cumpleaños familiares, llorando. Atravesar el África, llorando.

Llorar como un cacuy, como un cocodrilo... si es verdad que los cacuies y los cocodrilos no dejan nunca de llorar.

Llorarlo todo, pero llorarlo bien. Llorarlo con la nariz, con las rodillas. Llorarlo por el ombligo, por la boca.

Llorar de amor, de hastío, de alegría. Llorar de frac, de flato, de flacura. Llorar improvisando, de memoria. ¡Llorar todo el insomnio y todo el día!

Oliverio Girondo
Poeta Argentino
(1891-1967)


Poesía que abriga




"(...) García nos abrigó en los tiempos helados, les puso nombre a nuestros dolores, produjo una narrativa que le otorgó sentido a lo vivido y así, mediante la magia que, dormido Merlín, sólo practica el arte, evitó que nos volviésemos (tan) locos. (Otra muestra del genio, que convierte en oro aquello que parecía limitación, en este caso, la métrica: no se trataba de que no nos volviésemos locos, bastaba con que no enloqueciésemos tanto.)


Puede que, al igual que Moisés, se le haya vedado el acceso a la Tierra Prometida. Por las dudas no le confesemos que tampoco hemos llegado aún. El hombre hizo todo lo que estaba a su alcance para sacarnos del desierto, y más todavía; pueblo quejoso, remolón y lúcido de manera esporádica, los que no estuvimos a su altura fuimos nosotros. Que esta indignidad no diluya su mérito: esté como esté (flaco o gordo, entalcado o empastado, politizado o palitizado), García no deja de recordarnos que los hambrientos, los locos, los prisioneros y los idos todavía están acá. Y que por ende, muchachos y muchachas (diría Tita), es hora de que volvamos a cantar".*


* "De vez en cuando escuchas aquella voz" por Marcelo Figueras en el Suplemento Radar del diario Página/12 (http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/radar/subnotas/5636-989-2009-10-19.html)

domingo, 18 de octubre de 2009

Amaneciendo

No decía palabras

(...)
"Un roce al paso,
una mirada fugaz entre las sombras,
bastan para que el cuerpo se abra en dos,
ávido de recibir en sí mismo
otro cuerpo que sueñe;
mitad y mitad, sueño y sueño, carne y carne,
iguales en figura, iguales en amor, iguales en deseo.
Aunque sólo sea una esperanza
porque el deseo es pregunta cuya respuesta nadie sabe".

Luis Cernuda
Poeta Español
(1902-1963)

*En la imagen, Ethan Hawke y Julie Delpy en una escena de la película "Antes del Amanecer" (1995) de Richard Linklater. Historia que continúan en "Antes del Atardecer" (2004).


viernes, 16 de octubre de 2009

Por la "otra" revolución. Que así sea

"El capitalismo, esa pasión por el dinero. Dinero, dinero, tener más coches y más grandes, una casa en el campo, piscina, eso es lo que mueve hoy al mundo. En el pasado hice una película, Consejo de familia, que creo que no me salió bien del todo porque lo que yo quería era mostrar que ahora la sociedad piensa más en la cantidad que en la calidad de la vida. ¿Y dónde está esa calidad? En las relaciones, en el amor, en el humor, en cómo recibimos al extraño. Es aquí donde Europa puede representar un papel importante y es lo que yo les reprocho a los dirigentes y políticos europeos. Europa ha vivido todo lo peor, las masacres, las guerras más terribles, junto a lo más maravilloso, el arte, la filosofía, la literatura. ¿Y qué hacemos ahora que estamos juntos en la Unión Europea? Hablar de economía, ver dónde se gana más dinero. Cuando cayó el muro de Berlín pensamos que por fin el mundo iba a ser diferente, pero no, es peor. ¿Qué le estamos diciendo a la juventud sobre la necesidad de crear un mundo mejor? Que todo, el medio ambiente, el paro, la economía, que todo es peor, que no hay esperanza. No proponemos una vida mejor, sólo que cada vez vamos hacia un mundo más oscuro".


"Es inaceptable cuando hay gente que tiene que vivir con 400 euros. Tengo la sensación de que estamos echando marcha atrás, de que volvemos a los años previos a la Revolución Francesa, en los que una minoría, la nobleza, lo tenía todo. Hoy parece que estamos reviviendo aquello, hay una mayoría de gente que es la que hace todo el trabajo, que es la que permite que la sociedad siga funcionando, frente a los capitalistas que son la nueva nobleza. Necesitamos otra revolución, sin sangre, para cambiar esta situación".


Constantin Costa-Gavras, director de Cine, en el Suplemento Babelia del Diario El País, España, a propósito del estreno de su última película "Eden al Oeste".

jueves, 15 de octubre de 2009

Hay penita, pena...

Me duele el sol de estos días.

No quiero olvidar. No.
Tu perfume.
El sonido de tus palabras.
Tu andariego despertar.
Tus "buenos días" de cada día.
Tu risa inundando los espacios.
Tu mesa tendida.
El sonido del teléfono llamándome.
Tu "hay que vivir y dejar vivir".
Ni cada uno de los instantes cotidianos.

Y sin embargo, el tiempo acabará con su misión de horadar, uno a uno, los recuerdos. Y me iré quedando, poco a poco, con esfumados momentos, gestos, aromas. Los auténticos. Los que te nombren fielmente, junto a estas palabras que no hacen más que buscarte en este espacio del vivir.

martes, 13 de octubre de 2009

Andar los cuerpos

Pequeñas lecciones de erotismo                                            

Recorrer un cuerpo en su extensión de vela
Es dar la vuelta al mundo
Atravesar sin brújula la rosa de los vientos
Islas golfos penínsulas diques de aguas embravecidas
No es tarea fácil - si placentera -
No creas hacerlo en un día o noche de sábanas explayadas
Hay secretos en los poros para llenar muchas lunas.


Sencillos Deseos

Hoy quisiera tus dedos escribiéndome historias en el pelo
y quisiera besos en la espalda
acurrucos
que me dijeras las mas grandes verdades
o las mas grandes mentiras (...)
que me delinearas el rostro                                                                    
y me quedaras viendo a los ojos
como si tu vida entera dependiera de que los míos sonrieran
alborotando todas las gaviotas en la espuma.
Cosas quiero como que andes mi cuerpo
camino arbolado y oloroso,
que seas la primera lluvia del invierno
dejándote caer despacio
y luego en aguacero.
Cosas quiero como una gran ola de ternura
deshaciéndome
un ruido de caracol
un cardumen de peces en la boca
algo de eso
frágil y desnudo
como una flor a punto de entregarse a la primera luz de la mañana
o simplemente una semilla, un árbol
un poco de hierba
una caricia que me haga olvidar
el paso del tiempo
la guerra
los peligros de la muerte.

Gioconda Belli
Poeta nicaragüense

En la imagen, Meryl Streep y Clint Eastwood en la película "Los puentes de Madison" (1995)

lunes, 12 de octubre de 2009

Las Flores del Cerezo: elogio del amor

"Cada uno debe dar al amor una oportunidad de expresarse con su dolor y su fuerza más grandes. Por eso los japoneses se sientan bajo los cerezos: estos son absolutamente magníficos cuando están llenos de flores, y al mismo tiempo su periodo de florecimiento es tan doloroso como efímero. Hay que aprovechar el momento en el que las flores brotan. Si dejamos pasar ese momento, habrá que esperar un año entero o quizás un poco más. Lo mismo ocurre con el amor: cuando se tiene hay que darle la oportunidad de aflorar y hay que saberlo apreciar..."

Doris Dörrie (1955)
Directora de la película
Las Flores del Cerezo


Una película dulce por donde se la mire. Sabia.
Con la impronta del sentido de lo fugaz. Lo cual la hace eterna y esperanzadora.
Rescata el instante mismo de la contemplación a través de la danza japonesa "Butoh", entendida en su concepción más propia como manifestación del estado del alma.
Una película que es, sencillamente, un Elogio del Amor.
 

domingo, 11 de octubre de 2009

Vivir "sin vos"

"La muerte siempre es ajena y, a veces, pero sólo a veces, consiste en una función biológica de los cuerpos amados. De los muertos amados, porque los demás se olvidan en la articulación de un pésame o en el remate de una noticia, nos quedan las menudencias que destrozan el corazón, el orden de los objetos en un cuarto cerrado, y nos queda cierto impulso, recóndito al principio, que confirma nuestros modos de acentuar una palabra, alzar la mano para componer un gesto o escoger, entre cientos, una perspectiva para la mirada. De los muertos apenas se avienen los rastros. Nada más. No balconean desde una nube ni recorren esferas innominadas ni aguardan con batas blancas el veredicto de un tribunal. Nadie va a ningún lado, todos somos parte de un mismo y único engrudo. Nuestros muertos son lo que somos, aunque vivir se trate, mayormente, de escurrirse a través de esa evidencia...de los muertos nos separa una escasa milésima de segundo... "

Diego Manso
En Revista Ñ
Sábado 10 de octubre de 2009

viernes, 9 de octubre de 2009

La bestia del Corazón

Cuando callamos, nos tornamos desagradables, dijo Edgar. Cuando hablamos, nos tornamos ridículos.


Llevábamos demasiado rato en el suelo, delante de las fotos. Se me habían dormido las piernas de estar sentada.

Con las palabras en la boca aplastamos tantas cosa como con los pies sobre la hierba. Pero también con el silencio.

Edgar guardó silencio.

Aún no puedo imaginarme una tumba. Sólo un cinturón, una ventana, una nuez y una soga. Cada muerte es para mí como un saco.

Si te oyen decir eso, dijo Edgar, te tomarían por loca.

Y cuando pienso en ello, tengo la sensación de que cada muerto deja tras de sí un saco repleto de palabras. Siempre me acuden a la mente el barbero y la tijera de manicura, porque los muertos ya no los necesitan. Y también se me ocurre que los muertos ya nunca más perderán un botón.

Tal vez intuyen cosas distintas a nosotros, dijo Edgar, quizás intuyen que el dictador es un error.

Poseían la prueba, pues también nosotros éramos un error para nosotros mismos. Porque en este país nos veíamos obligados a andar, comer, dormir y amar con miedo hasta que volvíamos a necesitar al peluquero y la tijera de la manicura.

Alguien que sólo por el hecho de andar, comer, dormir y amar hace cementerios, dijo Edgar, es un error aún mayor que nosotros. Es un error para todos, un error dominante.

La hierba despunta sobre la cabeza. Cuando hablamos queda segada. Pero también cuando callamos. Y entonces, la segunda y la tercera hierba crecen a su antojo. Y pese a todo, somos afortunados.

Herta Müller
Premio Nobel de Literatura


martes, 6 de octubre de 2009

Final del "no viaje"

En esta parada daré por terminado el viaje que no fue. Y con ella la sección "Viajar".
Seguiremos encontrándonos en otros "viajes", con otros itinerarios, con otras compañías, con otros paisajes y aromas. Tal vez sucedan, tal vez...


¿Quién sueña a quién en estos días?
¿Vos que me sonreís desde el más allá o yo que sueño tu risa estrellarse en el aire que es el mismo aire que respiro?...

Cuando miro mis manos y encuentro en ellas tu misma piel blanca y suave, entiendo la genética. Aunque compartimos otras muchas "marcas" de esta descendencia que lleva impreso en nuestro nombre al Río.

Cuando me sorpendo pronunciando frases  o repitiendo gestos -que ahora empiezan a pertencerme del todo- entiendo que la genética nos trascendió.

Cuando en estos días el sol primaveral enciende tu amada ciudad de Buenos Aires sembrándola de alegría, movimiento y color, algo se oprime en mi corazón que no quiere -porque no puede- dejarse llevar por ese calor que abraza maternalmente.

Cuando te salgo a buscar en una canción, en una foto, en una vidriera, en una callecita porteña, en la anécdota cómplice de tus amigos, en tu agenda sembrada de estampitas comprendo la generosidad de la vida para conmigo. Aunque cada día comience a extrañarte más.

Cuando tomo conciencia que nos quedó tanto por recorrer...

Ahora comprendo, con el alma y con el cuerpo, qué es dejar de ser hijo.

Ahora entiendo cuál era esa fuerza gallarda que siempre llevé en mí y que me impulsó a la Vida y a Vivir. Cuando se desaceleraban mis  pasos, cuando ya no me interesaba llegar a algún lugar, cuando me ganaba el desánimo, ahí, la potencia de tu espíritu vital ganaba mi coraje y me lanazaba al camino del vivir sin red. Como ahora. Con tu legado en mis ojos.

Ahora que otros caminos en lo eterno te entretienen y que otro Viaje es el que te lleva, me quedo con todo lo que en mí hay de vos. Tu sonrisa franca y generosa. Tus manos hondas y fuertes con que nos sostuviste y me regalaste tu última caricia. Tu palabra siempre a tiempo en el consejo. Tu complicidad profunda y callada en el silencio. Tu cantar porteño, tu decir serratiso, tu enojo calabres. Tu amor por la Vida, por la Amistad y la Familia. Tus Lealtades, tus Justicias, tus siete Caídas y tus setenta veces "Levántate y anda".  Tu mesa familiar regada del generoso Banquete del beber, del comer y de la alegría del compartir la “re-unión”.

Ahora que hay que seguir, que hay que aprender, que hay que saberse la historia para que no se apague.

Ahora, le robaría a los árboles sus ramas, a los pájaros su canto, al mar su oleaje, al viento su ronroneo para que todos juntos, y a la vez, te llenen los oídos de aplausos y la mirada de caricias.

Ahora que intento esta despedida, este "hasta pronto", este "ciudate", este "andá despacio", este "atenti", este "abrigate", este "no vuelvas tarde", este "¿te llevo un mate?".

Ahora que salí a buscarte entre tu porteñas callecitas, entre tus esquinas que son ahora toda mi fortuna.

Ahora que tu ausencia me roba una sonrisa. Ahora que tus pasos no se escuchan. Ahora que tu decir risueño no me arranca carcajadas interminables. Ahora que me pueblan recuerdos con aromas, con colores, con texturas. Ahora que te encuentro en cada pibe que sale a mi encuentro en las calles. Ahora que necesito entender.  Ahora, que es mi tiempo. Chau, Gordito. Chau, Viejo. Nos vemos arriba.

30-8-1936
6-9-2009


domingo, 4 de octubre de 2009

Mientras no viajo (4): Los Abrazos Rotos

"Las historias hay que contarlas (¿vivirlas?)
hasta el final,
aunque sea a ciegas"
                                       Pedro Almodovar


"No tienes que darme cuentas,
a ciegas yo te he creío,
yo voy por el mundo a tientas ,
desde que te he conocío..."


sábado, 3 de octubre de 2009

jueves, 1 de octubre de 2009

Mientras no viajo (3)

Si usted quiere formarse "un concepto claro" de la existencia, viva.


Piense. Obre. Sea sincero. No se engañe a sí mismo. Analice. Estúdiese. El día que se conozca a usted mismo perfectamente, acuérdese de lo que le digo: en ningún libro va a encontrar nada que lo sorprenda.

Todo será viejo para usted. Usted leerá por curiosidad libros y libros y siempre llegará a esa fatal palabra terminal: "Pero sí esto lo había pensado yo, ya". Y ningún libro podrá enseñarle nada.

Salvo los que se han escrito sobre esta última guerra. Esos documentos trágicos valen la pena conocerlos. El resto es papel...

Roberto Arlt
Escritor Argentino
2-4-1900
26-7-1942