martes, 7 de septiembre de 2010

Esta mañana muy temprano...

..., como preludio de un nuevo tiempo, me dejé acompañar en mi viaje a la escuela y, después, en una sencilla mesa de café, por una entrañable novela que hace unos días llegó hasta mis manos por un ser luminoso y ampliamente generoso; no por nada, se llama igual que mi madre. El texto en cuestión no tiene más que ciento sesenta y cinco páginas, entra sin esfuerzo alguno en toda cartera femenina o en la guantera de cualquier automóvil, no genera complicaciones, y su amable letra impresa nos deja disimular miopías y demás cuestiones oculares. 

Pienso en ese alguien a quien recomendarle este texto, Alexis o el recuerdo del inútil combate de Marguerite Yourcenar.

"Sé que hay nombres para todas las enfermedades y aquello de lo que quiero hablarte pasa por ser una enfermedad. Yo mismo lo creí durante mucho tiempo ... La vida, Mónica, es más compleja que todas las definiciones posibles; toda imagen simplificada corre el riesgo de ser grosera. No creas tampoco que apruebo a los poetas por evitar los términos exactos, ya que sólo saben hablar de sus sueños. Hay mucha verdad en los sueños de los poetas, pero no toda la vida está contenido en ellos. La vida es algo más que la poesía, algo más que la fisiología e incluso que la moral en la que he creído tanto tiempo. Es todo eso y es mucho más: es la vida. Es nuestro único bien y nuestra única maldición. Vivimos, Mónica. Cada uno de nosotros tiene su vida particular, única, marcada por todo el pasado sobre el que no tenemos ningún poder y que a su vez nos marca, por poco que sea, todo el porvenir. Nuestra vida. Una vida que sólo a nosotros pertenece, que no viviremos más que una vez y que no estamos seguros de comprender del todo. Y lo que digo aquí sobre una vida "entera", podría decirse en cada momento de ella. Los demás ven nuestra presencia, nuestros ademanes, nuestra manera de formar las palabras con los labios: sólo nosotros podemos ver nuestra vida. Es extraño: la vemos, nos sorprende que sea como es y no podemos hacer nada para cambiarla ... Porque no hay nada más: el mundo sólo existe, para cada uno de nosotros, en la medida en que confine a nuestra vida ... Las palabras sirven a tanta gente, Mónica, que ya no le convienen a nadie; ¿cómo podría un término científico explicar una vida? Ni siquiera explica lo que es un acto; sin embargo, no hay dos hechos idénticos en vidas diferentes, ni quizás a lo largo de una misma vida. Después de todo, los hechos son sencillos; es fácil contarlos; puede que ya los sospeches. Pero aunque lo supieras todo, aún me quedaría explicarme a mí mismo."


1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola Noe! Me dejé llevar por tu hermoso "preludio" aún musical, para adentrarme y re-leer aquél párrafo de Alexis..
Hoy me sorprendió mi profesor del taller literario y me publicó el último poema en el sitio
DECIDOR de Google. Si entrás, me verás, lo leerás y mañana me dirás...(ataque de rima).

Un beso,

Ana