lunes, 4 de mayo de 2009

El Amenazado de J. L. Borges

Es el amor. Tendré que ocultarme o huir.

Crecen los muros de su cárcel, como en un sueño atroz. La
hermosa máscara ha cambiado, pero como siempre es la única.
¿De qué me servirán mis talismanes: el ejercicio de las letras,
la vaga erudición el aprendizaje de las palabras que Usó
el áspero Norte para cantar sus yeguas y sus espadas, la serena amistad,
Las galerías de la Biblioteca, las cosas comunes, los hábitos, el joven
de amor de mi madre, la sombra militar de mis muertos, la noche
intemporal, el sabor del sueño?
Estar contigo o no estar contigo, es la medida de mi tiempo.
Ya el cántaro se quiebra sobre la fuente, ya voz el hombre se levanta a la
del ave, ya se han oscurecido los que miran por la ventana, pero la
sombra no ha traído la paz.
Es ya lo se, el amor: la ansiedad y el alivio de oír tu voz, y la espera
la memoria, el horror de vivir en lo sucesivo.
Es el amor con sus Mitologías, con su pequeñas magias inútiles.
Hay una esquina por la que no me atrevo a pasar.
Ya los ejércitos me hordas las cercan,.
(Esta habitación es irreal; ella no la ha visto.)
El nombre de una mujer me delata.
Me duele una mujer en todo el cuerpo.

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