lunes, 11 de mayo de 2009

"En los libros se buscan secretos" por Michel Petit

ENTREVISTA PUBLICADA EN CRITICA de la Argentina, 11 de mayo de 2009


Michèle Petit, socióloga y antropóloga francesa e investigadora del Centro Nacional de Investigación Científica de Francia, viajó a la Argentina invitada por la Conabip para dar la conferencia de cierre en el 2º Encuentro Nacional de Bibliotecas Populares en la 35º Feria Internacional del Libro.




–En su libro La invención de lo cotidiano, Michel de Certeau sostiene que los lectores son viajeros dedicados a la caza furtiva en textos ajenos, ¿se considera una de esas lectoras nómadas?

–Absolutamente. Ciertamente he citado esa frase, más allá de lo que me aportó De Certeau, porque para mí, como lectora, y quizá también como investigadora, el espacio de la lectura es un espacio de libertad. Un espacio en el que circulo lo más libremente posible. No son tantos esos espacios en que puedes permitirte esa libertad. El espacio de la lectura, y más allá de la cultura, te permite eso si tuviste la suerte de estar iniciado precozmente. Por mi parte, yo tuve la suerte de ver a mis padres que circulaban muy tranquilos entre múltiples textos, libros, música, películas, no por pretenciosos sino porque les hacía muy bien, eran personas frágiles que se reparaban mucho con cultura. Me transmitieron eso, que uno podía ser un nómada, de sentirse sin casa, sin lugar, pero que por lo menos estaban los libros, estaban los bienes culturales, con eso te podías reparar de muchas cosas y construir tu propia casa.

–¿Qué es el olvido para alguien que lee?

–Yo creo que el olvido es parte de la lectura, nos olvidamos de la mayoría de lo que leemos, nos olvidamos conscientemente de lo que leemos y hay gente que se preocupa por eso. Me acuerdo de que cuando comencé a trabajar con la lectura en medios rurales en Francia, me encontré con personas de edad, ancianas, que me decían “pero no, es terrible, porque si yo leo algo, después me lo olvidé”; y yo les dije “¿y qué?”.

–En su libro Lecturas: del espacio íntimo al espacio público, publicado por la Conabip, usted sostiene que no debería ser objeto de indagación por parte de un adulto lo que leen un niño o un adolescente, ¿qué puede decirnos acerca de la lectura controlada?

–En los escritores encontramos ecos que tienen relación con lo más íntimo de uno mismo, con las preguntas indecibles, preguntas que para los niños son preguntas metafísicas en relación con la muerte, con la vida o en relación con lo que les puede pasar a los padres, “si ellos mueren o me abandonan, qué me puede pasar a mí”, y preguntas de ese estilo que después van a tener que ver con experiencias tan fuertes como el amor, el erotismo, el miedo a la muerte, al abandono, la rivalidad, el odio, el deseo físico, lo erótico. Son temas muy íntimos; no significa que uno no pueda hablar con un niño de lo que ha leído y, al contrario, vemos que muy a menudo, en contextos difíciles, a partir de una experiencia los niños y adolescentes, e incluso los adultos, empiezan a hablar de cosas insólitas y difíciles por las que pasaron, pero esa indagación debe ser sutil, con delicadeza y no con preguntas fuertes. La actitud intrusiva puede alejar mucho a los niños y a los adolescentes de la lectura y acá vemos lo difícil que es para un docente saber abrir un espacio para que se pueda hablar acerca de un libro sin ser intrusivo, y también para los padres, porque hay que estar atento a si el niño quiere comentar algo respecto de lo que lee o, sin comentar, en el juego el niño hace una cosa que ha recuperado y por eso hay que estar atento, escuchar, hablar con él pero siendo sutil.

–¿Qué buscamos en los libros?

–En los libros buscamos cosas, entre ellas, lo indecible, es muy complicado dar forma a la experiencia humana cuando nos pasa algo fuerte, que puede ser muy difícil o que puede ser formidable, nos quedamos sin palabras, o incluso cuando uno está enamorado, las palabras faltan a menudo, entonces (y acá está lo bueno), para eso están los especialistas, en todas las sociedades hubo especialistas de la puesta en escena de la experiencia humana en su complejidad, que son quienes cuentan cuentos, los escritores y, de otro modo, los psicoanalistas. También buscamos secretos, quizá en cada lectura hay la búsqueda de un secreto, que cambia a lo largo de la vida. Y buscamos el encuentro inesperado, no sólo en los libros pero también en los libros, porque el encuentro inesperado nos da vida.

–¿Qué puede comentarnos sobre el trabajo de los bibliotecarios en las bibliotecas populares?

–Yo acepté la invitación que me hizo María del Carmen Bianchi (directora de la Conabip) de venir aquí porque se trataba de hablar de bibliotecas populares y me parece que no se habla lo suficiente del tema. Estamos en una época en que hay gente que dice que ahora, por las nuevas tecnologías, las bibliotecas van a ir disminuyendo, pero a mí me parece que el rol de las bibliotecas sigue siendo un espacio muy importante y que hay tres elementos clave: los bibliotecarios, antes que nada; los bienes culturales, y el lugar físico. Las tres cosas son imprescindibles y para las tres se necesita pensamiento y dinero, un apoyo fuerte y real.


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