domingo, 28 de marzo de 2010

Schávelzon al rescate de la historia

“La idea es mostrar la historia de Buenos Aires con una mirada distinta, que es la de la arqueología –explica Schávelzon–. Esto es con los restos materiales, evidencias concretas. Una cosa es hablar de la fiebre amarilla desde un documento que te cuenta y otra es tratar de reconstruir desde los frascos de remedios y los lugares donde estaban los cementerios. La gente no tiene idea de dónde estaban, debajo de qué sitios hay cuerpos enterrados; no es muy conocido, por ejemplo, que en el parque Ameghino, donde hoy juegan los pibes, frente a la ex cárcel de Caseros, estaba el Cementerio Sur. Tampoco hay mucha idea de que los remedios que les daban a los afectados no servían para nada: a esa altura no se sabía que la enfermedad se transmitía por el mosquito.”

“La fiebre amarilla afectó sobre todo a los grupos más pobres, a los esclavos libertos que no tenían trabajo, que vivían en pésimas condiciones higiénicas, hacinados –-explica–. La ciudad, la gran aldea, era más aldea que gran, digamos: incluso las familias con dinero vivían con una insalubridad brutal. Fue necesaria esta epidemia, antecedida por dos brotes de cólera, para reformular la estructura de la ciudad. Hoy, salvando las distancias, con las inundaciones volvemos a padecer una crisis estructural de ese tipo. Ya no se soluciona con parches, con caños diez centímetros más anchos: cometimos una serie de errores tan grandes que desembocamos en un estado de situación irreversible: hay que empezar de vuelta. Y hay un círculo vicioso: el que tiene que resolver el problema es el que lo genera, el propio gobierno, que permite que se siga edificando sobre la franja costera. Construyeron una pileta de natación. La solución sería tan costosa y monstruosa que ni da la imaginación; no sé, a lo mejor otro país, Alemania, que de pronto decidió limpiar el Rhin. Pero para nosotros es absurdo: ni siquiera podemos con el Riachuelo, que es un cosito.”

Yo creo que hay una vieja tradición argentina de concepción de progreso, de que todo lo que es pasado es retrógrado y conservador: eso, evidentemente, no es cierto, y es una de las causas por las que seguimos en el subdesarrollo –argumenta–. Y creo, por otro lado, que la comunidad científica y académica no toma las decisiones necesarias para impulsar este tipo de acciones. El Estado no hace un museo, y como considera al área su monopolio, tampoco deja que intervenga la iniciativa privada. Es obvio que el Estado tiene otras prioridades –educación, darle de comer a la gente–, pero también podría admitir una entidad privada a la que, en contrapartida, controle y maneje.”


Estos fragmentos corresponden al arqueólogo Daniel Schávelzon* y pertenecen al artículo (publicado en el Suplemento Radar de Página/12) "Las joyas de la reina" de Angel Berlanga, a propósito del programa televisivo que emitirá Canal Encuentro. El texto es imperdible: http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/radar/9-6028-2010-03-28.html
 
*Es arquitecto y arqueólogo. En 1986 lanzó el Programa de Arqueología Urbana de la Universidad de Buenos Aires. Y desde 1991, ese Programa se transformó en el Centro de Arqueología Urbana en el ámbito de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo, donde se desempeña desde entonces. Para saber más acerca de su tarea puede visitarse su blog: http://www.danielschavelzon.com.ar/

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