miércoles, 19 de agosto de 2009

Comienza el viaje




Los invito a un viaje.

Un viaje de infancia: buscar al “hombrecito del sombrero gris”; mirar cuanto hueco de ascensores encontré, para preguntarme si en verdad estarían juntos "Mariel y el capitán".

Con el paso del tiempo, me fui a Chile con “Amanda”. Partí hacia Cuba con “Yolanda”, con “aquella mujer con sombrero” y con todos los que “merecen amor”. Llegué a Montevideo con un tal Juan hablándome de la alegría, de la felicidad, del Sur y del Norte, de lo que existe a pesar de. Volví a Chile, me esperaban Isla Negra, Temuco, Valparaíso, Santiago y un ramillete de mujeres pasionales y de firmes obreros. De ahí, partí a España: Miguel, Antonio, Manuel, Rafael, Federico venían a mi encuentro, otra vez, de la mano de Juan. Y así, el mundo y el viaje se volvieron palabras por siempre.

Después, al regresar, el viaje fue saber dónde estaban. Y a esta estación vuelvo, aún hoy, a menudo. ¿Dónde?... ¿Porqué?...

El “Toto” de Puig en “La traición de Rita Hayworth” y el “Toto” de “Cinema Paradiso” me transportaron a sus mundos con las imágenes. Antes y después, viajé con “El jardín de al lado” de José Donoso, “Rayuela” de Julio Cortázar, “Cuarteles de invierno” de Osvaldo Soriano, “Seda” de Alessandro Baricco, “La flor de Lis” de Elena Poniatowska, “El amor en los tiempos del cólera” de G. G. Márquez, “La Ilíada y la Odisea” de Homero, “La tempestad” y su “Rey Lear” de W. Shakespeare, “María Estuardo” de F. Schiller, el Río Paraná de Juanele, las profecías de Alejandra, las infancias de Silvina, las intrigas del ser con George, todo Juan José Saer y todo Andrés Rivera con “La revolución es un sueño eterno”, “El Cuaderno Verde del Che”, “El tratado de pintura” de Leonardo Da Vinci, el poder y la opresión en “Vigilar y Castigar” de M. Foucault, las iluminaciones de T. Adorno, los espacios literarios de M. Blanchot. Desde los márgenes también viajé con “Tengo miedo torero” de Pedro Lemebel y “Cuando me muera quiero que me toquen cumbia” de Cristian Alarcón. Con la exquisitez de John Berger, Clarice Lispector, Fernando Pessoa, Tolstoi y Flaubert, también volé. De los viajes con el "Pagina/12" de Lanata, Gelman y Soriano conservo huellas en los ojos y en la piel. Fue un gran despertar, como las lecturas de Dolina, Abrevaya y Guinzburg en la legendaria "Humor". Y con la “Operación” de Rodolfo que nunca termina, este viaje aún continúa. Se construye día a día. A veces avanza. Otras descansa. Algunas retrocede para volver a empezar. Pero nunca se detiene.

Desde la voz de Roberto, Norberto, Silvia, Diana, la otra Silvia también viajé para preguntarme todas aquellas tardes por qué la literatura...

Viajes en movimiento: subirse a un avión, a un tren, a un auto y atravesar la distancia, y llegar. Viajes inmóviles, también los hay. Llevan a otros lugares, si llegan, y suelen recorrer distancias abismales que traen de vuelta al mismo, o al que fue, o al que nunca será. Viajes silenciosos. Viajes inútiles. Viajes para siempre y viajes para nunca. Viajes hasta vos. Viajes hasta mí. Viajes para saber y para no saber. Viajes para encontrar y desencontrar. Viajes hacia la nada y hacia el todo. Viajes...

¿Qué es el viajar? ¿Cómo viajamos? ¿Quién nos lleva? ¿Cuál de todos los que somos se va al partir? ¿Quién es el que regresa?...

Viajar es el tema, sí.

Viajar con las lecturas, en su quietud, en sus incertidumbres, en la maravilla de creer que ese “artificio” nos redime.

Viajar con los Lynch, con los Almodóvar, con los Eastwood, con los Burton, con los Fellini, con los Antonioni, con los Dardenne, con los Coen.

Viajar con el vuelo -en la piel y en los ojos- de la melodía que estremece el alma y los pies de Caetano, de los Valdez, de Paco, de Clapton, Knofler, de Madredeus, de Luciano, de The Pretenders, de Cesárea, de Charly, de Edith.

Viajar por los recuerdos. Y con los recuerdos.
Viajar con ese aroma. Con aquella mirada en la mañana. Un río. Un mar. Un silencio. Y un grito.

Viajar.

Desde hoy, los estaré invitando a viajar. Sin rumbo fijo y, por ahora, con un destino seguro: la literatura.

1 comentario:

LeonAncestral dijo...

yo acepto la invitacion con una condicion, que cuando llegemos al destino, me permitas ser un Santiago, de cohelo, y descubrir que recien ahi voy a poder volver a mi casa...